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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El niñito presumía de su papá en su salón de clase: "-Mi papá es bombero voluntario -decía-. Es muy valiente; cada vez que suena la sirena salta de la cama, se pone su casco, sus botas y su uniforme y sale a toda velocidad en su automóvil para ayudar a apagar el incendio. En cambio nuestro vecino el señor Godínez es un cobarde. Cuando la sirena suena le da tanto miedo que se viene a nuestra casa y se mete a la cama con mi mamá"... "-¿Por qué camina así, señor Babalucas? ¿Le sucede algo?". "-Nada. Pero en la puerta hay un letrero: ‘Pase usted - Abierto’"... "-Perdí mi empleo. Fui desplazado por una máquina". "-No te apenes. Miles de personas han sido desplazadas por una de esas enormes computadoras". "-Sí, pero a mí me desplazó una calculadora de bolsillo"... "-Quiero conocerte mejor, Gerineldo. Háblame de tus sueños, de tus ideales, de tus esperanzas, de tu sueldo..."... "-Su coche ha quedado afinado, señor. Son 5 mil pesos". "-¿Pos quién lo afinó? ¿Plácido Domingo?"... Hay ocasiones en que la vergüenza cala hasta los huesos. Una de esas vergüenzas la sentí al ver en el más central centro de la Ciudad de México, la esquina de Madero y eje central Lázaro Cárdenas, a esos hombres casi desnudos y a esas mujeres totalmente desnudas que piden limosna para sostener un supuesto movimiento político, aunque todo indica que más bien mendigan para sostenerse ellos mismos. Va usted por la calle y escucha súbitamente un redoblar de tambores como de la selva. Llega enseguida esa penosa cohorte de mujeres y hombres que se exhiben cotidianamente en una protesta que quizá alguna vez fue causa de sorpresa, pero que ahora deja indiferente a los transeúntes, y azora únicamente a los turistas y a los niños. La autoridad del Distrito Federal debería impedir esa clase de manifestaciones, no en nombre de la decencia, sino en nombre de la dignidad humana, rebajada hasta el extremo por los malvados líderes que llevan esa infeliz gente a tal extremo. Olvidemos la vergüenza nacional que representa la exhibición de esas miserias. Esto no es cosa de política o de imagen para consumo de extranjeros. Sintamos, sí, vergüenza humana por esa lamentable visión de nuestra pobreza de alma... El audaz explorador que con su esposa fue a Nepal en busca del Abominable Hombre de las Nieves. En un valle nevado lo encontró: ahí estaba el Yeti, un gigante descomunal de horrible traza. Vio el monstruo a la mujer, se abalanzó sobre ella y la tomó en sus membrudos brazos. "-¿Qué hago?" -le gritaba con desesperación la mujer a su marido. Le sugiere el explorador: "-Dile que te duele la cabeza"... "Cierto bravucón chofer que manejaba su enorme camión se molestó porque un pequeño señor que iba en su carrito lo rebasó. Por la ventana le hizo unos cuernos con la mano. El señorcito le enseñó su corbata de moño sacándola también por la ventana. En el siguiente alto le pregunta muy intrigado el grandulón al señorcito: "-¿Por qué cuando le hice la seña de los cuernos usted me enseñó su corbata de moño?". Responde el pequeño señor: "-Cada quien enseña lo que su señora le pone"... FIN.

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