Comienza esta columneja con la triste y tierna historia de "Los Tres Viejitos que Hablaban de Cosas del Amor". Tiene una moraleja ese cuentecillo: la duda metódica es un procedimiento útil para no dejarse llevar por vanas apariencias, por quimeras fantasiosas, por deleznables ilusiones... Estaban conversando tres viejitos, de muy avanzada edad los tres. Dice el primero con voz lleno de orgullo: "-Me casé hace un mes con una muchacha de 20 años. Pues bien: no es por presumir, pero quiero que sepan que mi mujer está ya embarazada". Dice el segundo viejito más ufano aun que el anterior: "-Eso no es nada. Yo también me casé con una muchacha joven, más joven que la tuya, pues mi esposa tiene 18 años. Y han de saber ustedes que a los 7 meses de casados mi señora tuvo un precioso bebé de 4 kilos". El tercer viejito no decía nada. Solamente oía lo que los otros relataban. Le preguntan: "-Y tú, ¿no tienes nada qué contarnos?". "-Desde luego que sí -responde el ancianito-. Sólo que mi relato es diferente del de ustedes. Ya saben que a mí me gusta mucho la cacería. El domingo pasado fui a cazar conejos, pero al llegar al campo me di cuenta de que mi rifle tenía un desperfecto y no servía. No quise volver a casa. Tomé mi bastón y eché a caminar por el prado, simplemente para pasar el tiempo. De pronto vi un conejo. Por jugar levanté el bastón e hice como que disparaba. ¡Oh, sorpresa! ¡El conejo cayó muerto! Lo recogí y seguí caminando. A poco vi otro conejo. Algo intrigado por lo que antes había sucedido levanté otra vez el bastón, apunté y fingí que disparaba. ¡Pum! El conejo cayó también sin vida. Realmente estaba yo maravillado. Lo recogí y volví a caminar. Y he aquí que sale corriendo otro conejo. Sin esperar a que se detuviera le apunté con el bastón. ¡Paf! ¡Y el conejo rodó! Para no hacerles largo el cuento, maté ocho conejos con mi bastón". Se hace un largo silencio. Y dice uno de los viejitos clavando una mirada penetrante en el que había hablado: "-No esperarás que te creamos eso, ¿verdad?". "-Sólo en la medida en que esperan que yo les crea lo que contaron -responde el viejito-. Yo también creí al principio que estaba matando los conejos con mi bastón. Pero después me di cuenta de que, sin darme cuenta yo, detrás de mí llegaba un hombre joven que disparaba con su rifle. El mío, se los dije, ya no servía. Pero el de él sí"... FIN.