Un señor cargado de años -más de 90 tenía- le pidió a su médico de cabecera que le recetara Viagra, pues no quería irse de este mundo sin recordar, al menos una vez más, los deliquios del amor. "Está bien -concede el facultativo-. Pero eso será como ponerle un astabandera nueva a un edificio que de un momento a otro va a caer"... No tiene gracia alguna quien no sabe decir "gracias". De rodillas debería yo vivir dando gracias a Dios (es decir a la vida) o a la vida (es decir a Dios) por todos los bienes y venturas que sobre mí hace llover. Soy, entre otras cosas, un viajero afortunado. Un ángel del Baedeker me acompaña en mis periplos y me cuida de todos los males y asechanzas que al peregrino aguardan. Rarísimas veces sufro, por ejemplo, las molestias o inconvenientes que padecen otros por causa de las demoras o cancelaciones en los vuelos. Este año -lo dice mi bitácora- hice 114 viajes de ida y vuelta por avión (más de dos por semana, si el cálculo es correcto), y no recuerdo haber tenido algún problema grave. Estoy en aptitud, pues, de decir que el servicio aéreo mexicano es uno de los mejores del mundo. La mayoría de mis viajes los hago por Aeroméxico y Mexicana -aprovecho la ocasión para enviar un saludo a mis amigas y amigos de esas dos líneas en el aeropuerto de Monterrey, que tienen siempre para mí gentilezas y atenciones que agradezco mucho-, pero últimamente me ha tocado viajar también en algunas de las nuevas líneas que han venido a enriquecer las posibilidades del viajero. Hoy quiero mencionar especialmente a Interjet, pues he recibido un servicio estupendo cuantas veces he volado en esa línea. Aviones nuevos con asientos comodísimos, de lujo; atención esmerada tanto en los mostradores como durante el vuelo; excelente servicio de alimentos y bebidas; de todo eso he disfrutado en Interjet. Esto no es propaganda: es reconocimiento. Quienes escribimos en los papeles públicos tendemos a verlo todo como a través de un lente oscuro que nos impide ver lo bueno que hay. Confieso que muchas veces he dejado de ser crítico para volverme criticón. Mea culpa: la función de la verdadera crítica consiste en decir de lo bueno y de lo malo. Cuando recibamos un mal servicio debemos protestar por él; pero hemos de reconocer también un buen esfuerzo, y señalarlo. Muchas cosas de excelencia tenemos en este país. Basta viajar por otros para advertir que la calidad de nuestras líneas aéreas es de muy buen nivel. No dudo que haya algunas que presenten fallas, pero ya hemos visto cómo ésas desaparecen pronto. Bienvenidas sean, pues, estas nuevas líneas aéreas, que ayudan incluso a las mayores a superarse más. En efecto: la falta de competencia es la principal causa de la incompetencia... Después de grabar en mármol la última frase para conocimiento de las generaciones venideras, procedo a narrar un rojo chascarrillo que las personas de moral estricta no deberían leer... Kid Grogo, boxeador, le confesó a su manager un grave problema que tenía. Su vecina era una mujer muy guapa, le contó. Cada vez que la veía experimentaba una elevación corporal que lo turbaba, pues temía que la dama advirtiera su inoportuna conmoción. El manager le aconsejó que se pegara la respectiva parte a una pierna con durex, papel canela, tela adhesiva u otro dispositivo semejante. De esa manera evitaría aquella elevación tan incivil. Días después el manager le preguntó a su pupilo cómo le había ido con la recomendación. "Muy mal, jefe -responde con tristeza el boxeador-. Me puse el papel pegol, tal como usted me dijo. Luego fui al departamento de la vecina a pedirle una taza de azúcar. Salió vestida sólo con un vaporoso negligé. Y yo la noqueé con un upper a la mandíbula". (No le entendí)... FIN.