Un señor y una señora eran padres de seis hijas, bellísimas las seis. Deseaban un hijo varón y, en efecto, lo tuvieron en el último intento. Pero el niño salió muy feo, horrible más allá de cualquier ponderación. Era un macaco, un mico, un cuadrumano, un mono, un mandril. "¿Cómo es posible esto? -se lamentaba el genitor-. ¡Hermosas como princesas son mis hijas, y ahora viene este íncubo, este endriago, este espantajo, este adefesio malcarado, este hominicaco! ¡No puedo yo ser padre de una criatura tan grotesca!". Se vuelve en seguida hacia su esposa y le pregunta con recelo: "¿No habrás andado tú de liviana por ahí?". Inclina ella la cabeza, humilde, y responde: "No en esta ocasión"... En pleno incendio el jefe de bomberos sorprendió a uno de sus hombres refocilándose delirantemente con una mujer. "¿Qué haces, Vulcanio?" -le pregunta furioso. "Jefe -explica el individuo-. Esta señora estuvo a punto de morir por inhalación de humo". Inquiere el jefe: "¿Le diste respiración de boca a boca?". Replica el bombero: "¿Cómo cree usted que empezó todo?"... Hoy contaré aquí el cuento que menos entendí de todos los cuentos que no entendí este año. Varias personas me lo explicaron, pero por más esfuerzos que hice no conseguí aprehender su significación. Me dicen, sin embargo, que el dicho relato es en extremo sicalíptico. Por eso lo dejo hasta el final, para que los lectores puntillosos puedan omitir su lectura y preservar así su integridad... En una de estas noches de fiestas navideñas cierto oficial de tránsito observó a un conductor que manejaba erráticamente por las afueras de la ciudad. Al parecer iba ebrio. Lo detuvo, y tras pedirle sus documentos le solicitó: "Haga usted el favor de soplar. Quiero ver si trae aliento alcohólico". "No puedo hacer tal cosa -opone el conductor muy cortésmente-. Padezco una enfermedad de las vías respiratorias. El acto de soplar podría provocarme un ataque mortal de tos". "Entonces -dice el patrullero-, tendremos que hacerle un examen de sangre". "Imposible -responde el individuo con la misma corrección-. Sufro un problema hemático severo. Cualquier punción puede causarme una hemorragia incontenible". "Si es así -determina el oficial- entones le haremos un examen de orina". "Tampoco eso es posible -replica el hombre usando una perfecta terminología médica-. Tengo un mal urémico de gravedad extrema que me obliga a controlar cuidadosamente el número y horario de mis micciones diarias". El oficial no se da por vencido. Le ordena: "Entonces baje usted del automóvil y camine por esa raya blanca". "Tampoco puedo hacer eso" -dice el hombre. "¿Por qué?" -se irrita el oficial. Responde el individuo: "Porque ando bien pedo". (Nota de esconjuro: Este último vocablo quedó admitido ya en la última edición del diccionario de la Academia como sinónimo del adjetivo "ebrio". Lo digo principalmente para mis lectores de otros países, que quizá no entenderían esa palabra tan usada en México, y más -por desgracia- en estos días)... Viene ahora el anunciado chascarrillo que no entendí cuando me lo contaron. Mis cuatro lectores, todos más perspicaces y lúcidos que yo, captarán de seguro su sentido, y podrán emplear la historietilla para poner picor en las gustosas sobremesas de Nochebuena y Navidad... El señor fumaba su habano junto a la alberca del elegante club. Un presuntuoso joven lucía su apostura y su destreza lanzándose una y otra vez de clavado en la piscina, con lo cual salpicaba al señor del habano. El jactancioso muchacho alardeaba de que con el solo impulso de su clavado podía tomar ventaja en una carrera aun sobre el más rápido nadador. Le pregunta el caballero: "¿A qué distancia crees que puedes llegar en la alberca con el puro clavado?". Responde el mozalbete: "Más o menos hasta la mitad". Inquiere el señor: "¿Y sin el puro?"... (No le entendí)... FIN.