Don Algón, prominente hombre de negocios, sufría de ciática, penosa enfermedad también llamada isquialgia o mal de Cotugno. Esa neuritis se le exacerbaba por la noche, tanto que a veces lo mantenía despierto. En cierta ocasión hizo un viaje. Un grupo de financieros fue a verlo en su hotel. El secretario particular de don Algón les informa: "El señor tardará en bajar. La ciática no lo dejó dormir toda la noche". "Entiendo -dice uno con aire de conocedor-. Esas orientales son tremendas"... Ovonio Grandbolier, ya lo sabemos, es el hombre más haragán de la comarca. Un día su esposa, que salía a trabajar todos los días, le cuenta a una de sus compañeras: "Con motivo de la Navidad le di ayer 500 pesos a un vago". "¡Caramba! -se admira la otra-. Eso es mucho dinero para dárselo a un vago. ¿Qué dijo tu marido?". Responde la señora: "Dijo: ‘Gracias’"... Pirulina, joven mujer con abundante ciencia de la vida, le comenta a Simpliciano, muchacho candoroso: "Tengo ganas de hacer el amor en el asiento de atrás de tu automóvil". "¿De veras?" -se entusiasma el pasmarote. "De veras -dice Pirulina-. Pero tú manejas. Y no vayas a vernos por el espejo retrovisor ¿eh?"... El adolescente le pregunta a su papá: "¿Es cierto que en algunos países árabes el hombre no conoce a su esposa sino hasta que se casa con ella?". "Hijo -suspira el señor-. Eso sucede en todos los países"... Decía un comerciante: "Vendo Viagra femenino". "¿Viagra femenino?" -se sorprendía alguien. "Sí -confirmaba el sujeto-. Soy joyero"... Los papás de Pepito fueron con el tremendo chiquillo a cenar en restorán. Le pide el señor al mesero: "Tráiganos dos tequilas y una limonada". "Papi -se apresura a decir Pepito-. A mi mami no le gusta la limonada"... Dos médicos veían al decaído paciente. Comenta uno: "Sólo un milagro puede levantarle el ánimo". En eso llega una curvilínea enfermera. Y dice el facultativo: "Precisamente ahí viene el milagro"... Babalucas pagó su compra con un billete de 100 pesos. Después de examinar el billete le dice el de la tienda: "Estos 100 pesos son falsos". "¡Cómo! -se enoja Babalucas-. ¿Los 100?"... En el bar un sujeto le propone a una linda chica: "¿Qué te parece si jugamos a hacer magias?". Pregunta la muchacha: "¿Cómo se juega a eso?". Explica el salaz tipo: "Vamos a mi departamento; hacemos el amor, y luego te desapareces"... En la fiesta de Navidad de la oficina el joven ejecutivo entabló conversación con una guapa secretaria. Ella lo invitó a su departamento, y ahí hicieron el amor en forma delirante. Al terminar la acción el galán se dirige al baño a fin de ponerse en orden para el regreso a casa. Se mira en el espejo y se da cuenta, consternado, de que la apasionada chica le había dado un fuerte chupetón en el cuello, tan fuerte que le dejó una marca muy visible que la camisa no alcanzaba a ocultar. En su automóvil iba el tipo pensando qué le diría a su esposa para explicar aquello. Cuando llega, el perro de la casa lo recibe en el jardín, y retozando en torno de él salta y le da lametones en la cara. Al tipo se le ocurre una idea que inmediatamente pone en práctica. Le muestra a su mujer el chupetón del cuello y le dice con fingido enojo: "¡Mira nomás lo que tu perro me hizo!". Responde la señora: "Eso no es nada. ¡Si vieras cómo me tiene a mi el busto, los muslos y las pompis!"... Nota: He narrado estos inanes chascarrillos con la esperanza de que mis cuatro lectores puedan usar alguno de ellos en las sabrosas conversaciones de sobremesa de estos días. A ti, que me has dado el precioso regalo de leerme, te deseo una alegre Navidad en compañía de aquellos a quienes amas y que te dan su amor. Que el misterio que celebramos esta noche permanezca contigo todo el año. Y que esté en ti todos tus años... ¡Feliz Nochebuena!... FIN.