Yo admiro mucho a los economistas. Son los más grandes escritores de ciencia ficción que hay. Tienen todas las respuestas, aunque sea para las preguntas del año anterior. Expertos en paradojas, los economistas nos dicen que para lograr la prosperidad individual debemos ahorrar, y para lograr la prosperidad nacional debemos gastar. Me gustaría hallar alguno que me dijera por qué mientras el costo de la vida sube el valor de la vida baja. Los economistas pueden explicarlo todo, pero ninguno pudo explicar por qué a fines de los años cuarentas y principios de los cincuentas subieron en forma espectacular las ventas de crema bronceadora. Esa alza se debió al glorioso invento del bikini, diminuta prenda llamada así por el nombre del atolón Bikini, en las Islas Marshall, de la Micronesia, donde Estados Unidos hizo pruebas atómicas en 1946. (Éste fue un breve breviario cultural). La brevedad del bikini dejó al descubierto una superficie mayor del cuerpo femenino, lo cual requirió el empleo de más crema bronceadora, que a su vez fue causa del aumento en las ventas del producto. Después de la incapacidad que los economistas mostraron esa vez para explicar las cosas ¿voy a creer sus predicciones para el próximo año? La economía del mundo tiene muchas variantes. Sólo la economía de una mujer tiene más. Debemos tomar entonces los vaticinios económicos cum grano salis, es decir con cautela. Considerarlos, sí, pero no darles la calidad de oráculos ineluctables. El fundador de la radio en México, don Constantino Tárnava, hacía en su emisora de Monterrey los pronósticos del tiempo. Decía, por ejemplo: "En la mañana tendremos cielo despejado, por la tarde nublados ligeros, y en la noche lluvias leves". Y añadía: "Todo eso si Dios quiere". Con esa misma frase deberían los economistas terminar sus predicciones, a fin de protegerse contra los cambios que suele experimentar la economía. Yo, desde mi temeraria ignorancia, me atrevo a enunciar un apotegma: "Entre los individuos como entre las naciones lo mejor es no deber más de lo que podemos pagar"... El último día de este mes aparecerá aquí el execrable chascarrillo conocido con el título de "Tanto monta, monta tanto". ¡No se lo vayan a perder mis cuatro lectores! ¡Es el cuento de más subido color de cuantos en el año he relatado!... El marido le propone a su mujer: "¿Qué te parece si hoy en la noche experimentamos una nueva posición?". "Me parece estupendo -responde ella-. Tú te pones a planchar y yo me pongo a tomar cerveza y a ver en la tele el partido de futbol"... Sor Bette, maestra en el colegio de señoritas, les preguntó a sus alumnas de la secundaria: "¿Qué es una adolescente?". Ninguna de ellas supo la respuesta. "Voy a ayudarlas un poco -ofrece la monjita-. Adolescente es algo que ustedes son y yo ya no". Una alumna levanta la mano y arriesga con timidez: "¿Virgen?"... Uglicia, la tía de Pepito, era más fea que un coche por abajo. En una reunión familiar dijo: "Yo amo a la naturaleza". "¡Qué buena eres, tiíta! -exclamó Pepito con sincera admiración-. ¡Amas a la naturaleza después de lo que te hizo!"... Babalucas le pregunta al encargado de la tienda de conveniencia: "¿Cuántas tazas de café crees que caben en este termo?". Calcula el hombre y responde: "Unas seis". "Muy bien -dice el tonto roque-. Ponme dos capuchinos, dos americanos y dos con crema y azúcar"... Tres señoras hablaban de sus respectivos cónyuges, y del comportamiento que tenían en el lecho conyugal. Dice la primera: "Mi marido es como un Mercedes Benz: potente y elegante". Dice la segunda. "El mío es como un BMW: poderoso y sofisticado". Dice la tercera: "Mi marido es como un Ford modelo T del año 27". "¿Por qué?" -preguntan las otras. Responde la señora: "Necesito darle cran manualmente, y luego que arranca tengo que subirme aprisa cuando todavía está funcionando"... FIN.