Lo prometido es deuda. (En el caso de los políticos lo prometido es duda). Anuncié la publicación aquí, el día último del año, de una historieta que ha causado escándalo por doquier. Y no solamente por doquier: también en todas partes. Ese relato se llama "Tanto monta, monta tanto...", frase acuñada en relación con Fernando e Isabel, los llamados Reyes Católicos, soberanos de Aragón y de Castilla, pariguales en poder y majestad el uno al otro, de modo que los dos valían lo mismo. Desde entonces se emplea esa expresión para significar que da lo mismo una cosa que otra. La historia que narraré al final ilustra muy bien la frase. Lean mis cuatro lectores el tal cuento, mas no olviden que la Liga de la Decencia y la Pía Sociedad de Sociedades Pías impusieron su veto al chascarrillo y lo calificaron de "... abominable, censurable, condenable, criticable, cuestionable, culpable, damnable, denostable, deplorable, despreciable, execrable, inexculpable, lamentable, miserable, reprobable y vituperable". Leerlo, entonces, puede poner en riesgo tanto la conciencia moral como el sentido del buen gusto, de lo cual aviso para que cada quien decida si lo lee o no... Virtud extraña es el perdón. Hay mujeres que perdonan las culpas de sus maridos, pero frecuentemente se las vuelven a servir recalentadas. Para que sea verdadero el perdón debe estar acompañado del olvido. Hay quienes perdonan y olvidan, pero nunca olvidan que perdonaron. Perdonar a los enemigos es muy fácil; lo difícil es perdonar a los amigos. Siempre habrá un indejo que dirá que es tu amigo, y siempre habrá un amigo que dirá que eres un indejo. En el lecho de muerte un individuo le pidió a su esposa que le dijera si lo había engañado alguna vez. "¡Ah no! -se negó ella-. ¿Y luego si no te mueres?". Otro marido halló a su señora entrepiernada con un desconocido. "Es que soy una mujer débil" -se justificó la pecatriz. Replica el hombre: "¿Y acaso lo que tiene ese tipo entre las piernas es tónico vigorizante o reconstituyente?". El perdón más difícil es el perdón de sí mismo, es decir el perdón de los propios errores. Cargamos nuestras culpas como se carga una pesada lápida, y el oneroso lastre nos impide levantarnos sobre esas faltas para ya no caer en ellas otra vez. Perdonarnos a nosotros mismos no significa incurrir en complacencia cómoda, o justificar con lenidad nuestras caídas. Significa entender la naturaleza humana, falible por esencia, y reconocer la posibilidad que todos tenemos de elevarnos sobre nuestros defectos para ser mejores. Hoy, día último del año, seré bueno conmigo mismo: recordaré mis faltas y sentiré por ellas sincera contrición. También me haré el propósito de ser bueno también con quienes me rodean. Me haré el propósito de ser feliz sin hacer daño a nadie, sino antes bien siendo parte de la felicidad de los demás. Hecho eso seguiré el camino de la vida con alegría, esperanza, fe y -sobre todo- amor... Viene ahora el vitando cuento que anuncié... Llegó un sujeto a una casa de mala nota. Llamó a la dueña y le pidió: "Tráigame 14 whiskies dobles; una mujer; una bacinica (también llamada borcelana, tibor, la necesaria, chata, orinal, bacín, cotorra, perica, taza de noche, bacinilla o beque) y un arpa". Pensó la madama que seguramente el hombre sería un degenerado o pervertido, de esos que gustan de erotismos exóticos, morbosos. Recelosa le preguntó: "¿Para qué quiere usted 14 whiskies dobles, una mujer, una bacinica y un arpa?". Responde el individuo: "Es que después de tomarme los 14 whiskies me va a dar lo mismo follar o hacer que tocar el arpa"... FIN.