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De Saltillo a Torreón...| Hora cero

Roberto Orozco Melo

En el Gobierno del doctor Jesús Valdés Sánchez se inició el tramo Saltillo-Torreón de la carretera interoceánica número 45 que iba a comunicar transversalmente al Noreste y al Noroeste de la República Mexicana y a dos importantes puertos mexicanos: Matamoros, en el Golfo de México y Mazatlán en el Océano Pacífico.

La obra era costosa y los tiempos difíciles. Parece ser que el Gobierno Federal, corto de recursos ante la dimensión de esta vía interoceánica, creyó conveniente responsabilizar a los gobiernos de las entidades federativas por donde pasaría la susodicha vialidad asumiendo el costo de la construcción así como la supervisión de los trabajos en el estado.

La Secretaría de Comunicaciones elaboraría los proyectos técnicos para este fin pero, conforme cambiaban las condiciones económicas del país y el camino se adentraba en las regiones serranas entre Durango y Sinaloa, la propia envergadura del proyecto hizo que la SCOP asumiera toda la responsabilidad.

Cuando de 1930 a 1931 se proyectó la vialidad, era presidente de la República el ingeniero Pascual Ortiz Rubio y secretario de comunicaciones el general Juan Andrew Almazán. La carretera pudo haber tocado directamente a las tres poblaciones que mediaban entre Saltillo y Torreón -General Cepeda, Parras y Viesca- pero se cambió el trazo hacia la zona semidesértica que toca a lo que hoy es La Rosa y luego Paila para aprovechar el bordo de la vieja vía ferroviaria “Coahuila y Pacífico” en gran parte de la longitud carretera.

Muchos años de espera costó a los pateños y a los parrenses conseguir que se les construyera un camino de entronque entre La Rosa y General Cepeda y entre Paila y Parras sobre la interoceánica. Ambos ramales fueron construidos por el Gobierno de don Benecio López Padilla y algunos años después, siendo gobernador Román Cepeda Flores, Viesca también quedó comunicada con el ejido Emiliano Zapata y con Torreón.

En el Gobierno de Óscar Flores Tapia, se hizo el esfuerzo de revivir el proyecto de unir a Saltillo con Torreón en forma directa a través de un camino por Derramadero, Ganeral Cepeda, Parras, Viesca, Zapata, Matamoros y Torreón; pero sólo se obtuvieron recursos para reconstruir la vialidad de Saltillo a San Juan de la Vaquería y luego empujar la conexión a General Cepeda y a Parras. Quedó pendiente la continuación hacia Viesca.

Era sólo una vía de penetración que mucho sirvió a las comunidades rurales a su vera, pues el viejo tren había sido caducado por incosteabilidad dejándolas en la incomunicación.

El tramo Saltillo-Parras se usó mucho entre 1977 y 1981, pero los gobiernos que siguieron a Flores Tapia descuidaron su mantenimiento.

Hace mucho que no uso esa ruta para ir y venir a Parras; sin embargo tengo noticia de que la carretera, con apenas siete metros de anchura incluidos los acotamientos, tiene tramos peligrosos. La Junta Local de Caminos, que antes veía por ella, ya no existe. Y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes parece tenerla abandonada, como a todo Coahuila.

El surgimiento de un afortunado proyecto industrial pudiera dar respiración de boca a boca a esta necesaria vía de comunicación terrestre. Derramadero está a punto de convertirse en un cluster automotriz de primer orden y el Gobierno del Estado proyecta crear allí mismo una nueva comunidad dotada de los servicios urbanos y comerciales en torno al desarrollo fabril. A las empresas automotrices les sería de gran utilidad el reforzamiento de esa vía de comunicación para que sus embarques de automóviles, camiones y tractocamiones fueran desde Derramadero a Torreón, luego a Durango, Chihuahua y Sonora.

¿Sueños? Quizás, pero lo que no se sueña no se proyecta y mucho menos se realiza. Dar vida al cordón terrestre que se desplaza de oriente a poniente al norte del macizo montañoso de la Sierra Madre, despertaría la actividad agropecuaria del antiguo Valle de Buena Esperanza (la zona aledaña a General Cepeda) al Valle del Pirineo (la región de Parras) y a las áreas históricas de la Comarca Lagunera; donde los españoles crearon las grandes haciendas de la colonia que fueron puntales para la fundación de las comunidades de Viesca, Matamoros y San Pedro de las Colonias.

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