Obra de Beatriz Zamora.
MÉXICO, DF.- “Un pintor es como un periodista, es un defensor de la vida, de los valores, de la naturaleza. Los filósofos, los escritores, los músicos, los pintores, conformamos un gremio que defiende la vida y su belleza. Si no tenemos un sentido de la belleza, no podemos tener valores. La belleza es una verdad cósmica, abstracta e invisible. Es un concepto en el alma y en la mente que se computa en el sistema nervioso y nos impide hacer aberraciones. La belleza es un impedimento para hacer el mal”.
Así lo considera la creadora mexicana Beatriz Zamora, cuya propuesta de trabajo obtuvo una beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2006, en el área de artes visuales: realizar tres libros, uno por cada año, con cien dibujos y cien pensamientos alusivos a su quehacer plástico. El primer libro se llamará Cien por Cien y en él desarrollará los temas que siempre ha manejado: el universo, la naturaleza, la vida, el amor y la verdad.
Beatriz es una mujer fuerte, dispuesta siempre a dar la vida por la belleza, la verdad, la justicia, la salud, la libertad, La fuerza, el poder y la felicidad de toda la humanidad. “Adoro la vida, porque sin ella no podría crear”.
Interrogada sobre si el término “excepcional”, con el que ha sido llamada su obra, le estorba, repuso que no le pesa nada, porque si lo es”.
Entrevistada en su casa donde se observan en cada esquina muestras de su arte, siempre en negro, característica de su creación, y en donde también su mesa de comedor y de trabajo, el mantel, su ropa, y su cabello es negro y brilla como su mirada, ella expresa para qué sirve el arte: “Para transformar, limpiar los ojos y enseñar a ver y purificar. Es una medicina del alma que cura todo el cuerpo.
Para Beatriz los artistas tienen que ser sujetos de poder, “y lo que tocan lo deben convertir en belleza y en verdad. Cuando me pongo a cocinar, por ejemplo, sé que en ningún restaurante del mundo podría comer un platillo tan sencillo y exquisito. Agradezco a Dios de tener manos, porque además, todo lo que somos es un regalo de la vida”.
Soy, considera, lo que la naturaleza ha hecho de mi: “Nacemos con el talento, con la sensibilidad, la manera de ver, de escuchar y sentir, y el arte es un medio de transformación”.
En cuanto al color negro, del que parten todos sus proyectos y ha sido su sentir y quehacer de toda su vida, confió: “Soy una sirvienta del negro, no hago lo que yo quiero, obedezco órdenes cuya incompresibilidad me sobrepasa. He sido sirviente de la vida, de una obra y del negro, privilegio que pocas veces se tiene porque es total y absoluto.
He estado dispuesta a morirme de hambre antes de faltar a eso que Dios y la vida me dio”. Observadora maravillada de la vida, una artista cuya obra se ha expuesto en numerosos recintos (en 1978 obtuvo el primer lugar en el Salón Nacional de Pintura) manifestó que una de sus determinantes en su quehacer es la persistencia y el trabajo constante. “He inventado muchas técnicas y mi realidad permanente es trabajar siempre y continuamente”.
“El negro no está terminado, hay que continuarlo. Cada uno de mis planteamientos está diseñado al infinito y he ido haciendo en cada uno de ellos lo que puedo dentro de mis problemas de espacios. Pero aún si tuviera un millón de vidas no acabaría porque mi obra es interminable”.
Mientras que otros artistas hablan de la luz y de su manejo, Beatriz Zamora comentó: “No me preocupa porque lo que siempre he tratado de hacer es el negro absoluto, la luz sale en consecuencia sin que yo me haya ocupado de ella. Durante muchos años ejercí a plenitud, pero últimamente tengo que trabajar en formatos pequeños, pero incluso dentro de esas condiciones, sale lo más bello posible, simplemente porque así es”.
Al mismo tiempo que elabora los tres libros, Beatriz Zamora también se ha propuesto realizar exposiciones en todos los estados de República y donar su obra de gran formato.
