Señalan que la controversia en la que estuvo sumido el banco durante un mes amenazaba con manchar su prestigio
El presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, renunciará a fines de junio, su posición socavada por la generosa remuneración que otorgó a su compañera sentimental.
Su partida fue anunciada por el Consejo del Banco Mundial y por el propio Wolfowitz.
Los dos años de Wolfowitz al frente del organismo multilateral se caracterizaron por las polémicas, dada su función anterior como número dos en la jerarquía del Pentágono, donde fue uno de los principales autores intelectuales de la invasión de Irak.
“Nos aseguró que actuó en forma ética y de buena fe en lo que consideró era más conveniente para la institución, y lo aceptamos”, dijo el directorio al anunciar la renuncia.
Sin embargo, se vio prácticamente obligado a renunciar cuando una comisión especial del BM sostuvo que Wolfowitz violó las normas sobre conflicto de intereses al disponer la remuneración de la empleada del banco Shaha Riza.
La controversia en la que estuvo sumido el banco durante un mes amenazaba con manchar el prestigio de la institución, creada para combatir la pobreza, y restarle capacidad para convencer a los países del mundo que aporten millones de dólares para ayudar a los países pobres.
Tradicionalmente, el presidente del Banco Mundial es un estadounidense. El Gobierno del presidente George W. Bush pretendía mantener intacta esa tradición mientras el directorio discutía la suerte de Wolfowitz. Estados Unidos es el principal accionista del banco.
Según el directorio, era evidente que varias personas habían errado al revisar ese paquete remunerativo.
Wolfowitz, quien peleó con uñas y dientes por conservar su puesto, expresó en su propio comunicado el jueves su complacencia porque el directorio “aceptó mi afirmación de que yo actué en forma ética y de buena fe en lo que consideraba era más conveniente para la institución, que incluye proteger los derechos de una empleada apreciada”.
Pero ahora convenía a los intereses del directorio que su misión “fuera guiada por una nueva conducción”.
La declaración del banco no mencionó las disposiciones financieras relacionadas con la partida de Wolfowitz ni el futuro de Riza.
Como resultado de la controversia, el directorio se comprometió a revisar las normas éticas de la institución, señalando que “los sistemas del banco no demostraron resistencia a la tensión a la cual se vieron sometidos”. También dijo que iniciaría inmediatamente la búsqueda de un sucesor.
