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Delirio bolivariano| Archivo adjunto

Luis F. Salazar Woolfolk

La controversia entre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez y su homólogo de Colombia, Álvaro Uribe, escribe un nuevo episodio en la dinámica de confrontación en la que el casi dictador venezolano pretende hundir al continente americano.

El conflicto deriva de la intermediación asumida por Chávez entre el Gobierno de Colombia y el grupo guerrillero que opera en ese país bajo las siglas FARC. En la fase terminal del proceso, el Gobierno de Uribe repudia al mediador y lo acusa de hacer un intento por legitimar al movimiento guerrillero, hasta el punto de impulsarlo a la consecución del poder.

El discurso de Chávez se advierte en el límite y hace suponer que el siguiente paso sea el de una declaración de guerra en contra de Colombia o al menos brindar un apoyo encubierto o descarado a las FARC. La prevención no es exagerada, si se toma en cuenta que el militar se dice admirador de Simón Bolívar, libertador de aquellas tierras que en el Siglo Diecinueve pugnó por la unidad de los países recién independizados de España, que en 1919 vio realizado de modo efímero su sueño en la integración de los territorios que hoy corresponden a Colombia, Venezuela y Ecuador, en la “Gran Colombia”.

A unos días de conseguir una reforma constitucional que le permita permanecer en el Poder por tiempo indefinido y convertirse en dictador, Hugo Chávez se revela como un peligro expansivo en la América Hispánica. Así las cosas, el venezolano está en la tentación de erigir su propio imperio, a despecho de las críticas que sobre el particular acostumbra dirigir a los Estados Unidos.

La apreciación que puede parecer exagerada, se sustenta en los precedentes que llevaron a Chávez a la presidencia de Venezuela; con el antecedente de un intento de Golpe de Estado en el año de 1992, su ascensión al Poder por vía democrática en 1999 y la consolidación de un régimen totalitario unipersonal basado en la reelección indefinida, a partir de una serie de reformas constitucionales que están a punto de culminar este fin de semana.

A la retaguardia del proceso venezolano, y en medio de actos de represión a los opositores con costo de vidas humanas, el presidente de Bolivia, Evo Morales, promueve su propio proyecto constitucional tendiente a la reelección indefinida. El paralelo de la estrategia y la identidad ideológica de los protagonistas, no deja lugar a dudas que se trata de un plan preconcebido y orquestado para erigir un sistema de gobiernos dictatoriales en el cono sur del continente, en cuyo escenario la democracia colombiana constituye un obstáculo a vencer por la vía que fuere.

La autoproclamada izquierda en el continente está de plácemes. Lo que no pudo hacer la guerrilla socialista para tomar por asalto el poder en los países de América en los años sesenta y setenta del siglo pasado, se está logrando en el abanico de oportunidades que ofrece la democracia al inicio del Siglo Veintiuno.

Lo anterior en el caso resulta un colosal engaño, porque se trata de caudillos y partidos que no son demócratas y por el contrario, aprovechan el sistema democrático para acceder al poder y desde la cúpula imponer gobiernos totalitarios, ofreciendo al respecto una lección para los demás países del continente, entre ellos México, cuya frágil democracia también encara ese riesgo.

El proceso de consolidación de la dictadura de Chávez al interior de Venezuela y el discurso al exterior corren a la par. Chávez se enfrenta a los Estados Unidos y acusa a dicho país de imperialista, se alía a Cuba, Irán, Libia y a cuanto enemigo del “Imperio” exista, al tiempo, que penetra la cumbre iberoamericana y se convierte en factor de división intestina.

El discurso y la estrategia maniqueos de lucha radical entre buenos y malos le permite a Chávez sembrar división, establecer campos y erigir un enemigo de su causa, como factor de cohesión de los sectores que gravitan en torno suyo en el seno nacional, lo que sumado a los enormes recursos económicos que le proporciona el control absoluto del petróleo venezolano, le garantiza una base de apoyo para someter a la mayoría en su país y emprender la aventura del nuevo imperio bolivariano, a partir de un “gorilato” de izquierda.

Correo electrónico:

lfsalazarw@prodigy.net.mx

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