Cuando la cadena Univisión anunció que haría historia al reunir a los precandidatos demócratas en un primer foro presidencial completamente en español levantó muchas expectativas entre la comunidad hispana. Casi tantas como las que se crearon en torno a la presentación de Britney Spears en los MTV. Y al igual que el morboso regreso de la ex “princesa del pop”, el encuentro entre los demócratas resultó desangelado, sin chispa, falto de talento y lleno de las mismas propuestas de siempre.
Los 7 precandidatos que acudieron a la cita en Miami respondieron a preguntas sobre el uso oficial del español, la guerra en Irak, Osama bin Laden, el muro fronterizo, la reforma migratoria, las redadas contra trabajadores indocumentados, el sentimiento antihispano en EU, América Latina y el avance de la izquierda, la transición en Cuba sin Castro, la educación y los servicios de salud, en ese orden.
Todos, salvo Dennis Kucinich, quien tiene pocas posibilidades de ganar la candidatura, se mostraron autocomplacientes, retóricos y sin propuestas novedosas. Todos prometieron lo mismo: compromiso con una reforma migratoria integral, pero sin descuidar la seguridad en la frontera. Todos se comprometieron a estrechar lazos con América Latina y por supuesto, todos criticaron a los republicanos por haber desatendido a la región en los ocho años de la Administración Bush.
Univisión había prometido un debate histórico, completamente en español, pero a la mera hora los 7 precandidatos firmaron un compromiso de responder completamente en inglés a las preguntas formuladas en español por los comunicadores. El resultado: un desastre de comunicación. Un terrible spanglish en la traducción simultánea que se parecía a la que realizan las televisoras mexicanas en los concursos de Miss Universo. Una completa censura al español casi perfecto de Bill Richardson y un ensalzamiento de Hillary Clinton, quien fue la primera en ser ovacionada por el auditorio y quien cerró la noche con su respuesta final.
En un foro cibernético realizado por la misma cadena Univisión tras el encuentro de los precandidatos, la mayoría de los cibernautas criticó fuertemente el predominio de la “agenda mexicana” en la política hispana. “Mucho debate sobre el muro y la reforma migratoria, pero poco sobre otros temas que importan a la comunidad hispana en general”.
Al respecto, ante la pregunta de cuál debería ser el papel de EU en una Cuba sin Fidel Castro, los precandidatos que pudieron responder lo hicieron ofreciendo la misma ropa vieja de siempre, el mismo discurso. Richardson ofreció levantar el embargo, siempre y cuando Castro libere a los prisioneros políticos de su régimen. A su vez, Clinton prometió trabajar con Europa y con América Latina para lograr una transición pacífica. Por su lado, Obama no tuvo oportunidad de responder.
Sobre Hugo Chávez, ninguno se atrevió a calificarlo de dictador. Por el contrario, los demócratas se manifestaron a favor de establecer un diálogo con el presidente venezolano. Sólo Mike Gravel, otro precandidato sin posibilidades reales, se vio osado al decir que es la culpa de los estadounidenses el que Chávez se haya vuelto un enemigo de Washington.
En resumen, un debate en el que se corteja al votante hispano sin ganas, dando su apoyo por contado. En las elecciones legislativas de 2006, los electores hispanos votaron en más del 70% por los demócratas, pero el votante hispano está lejos de ser un grupo seguro para cualquiera de los dos partidos. En 2000, Bush consiguió el respaldo del 40% de los electores hispanos y en 2004 subió ese apoyo al 50%. Y aunque Hillary siga estando más de 20 puntos arriba de sus contrincantes demócratas en las encuestas y aunque se lleve el aplauso más fuerte del auditorio hispano, lo cierto es que sus propuestas, al igual que las de sus compañeros demócratas, suenan al mismo pasito, la misma rutina, la misma canción. Demócratas a la Spears, sin más. genarolozano@gmail.com