En esta época navideña es cuando la gente tiende a deprimirse por un sustrato biológico implantado desde la época de las cavernas.
Todos ríen, dan regalos, reparten abrazos, dedican los buenos deseos, pero en la esquina, como si fuera muñeca fea, está tu amiga o pariente todo achicopalado, para él ó ella, la Navidad es un martirio.
Esta baja en el ánimo, y especialmente en estos días invernales, es una depresión biológica emocional en la que intervienen tanto aspectos corporales como mentales, explica el psiquiatra Félix Aranday Cortés.
La sensación de tristeza está presente la mayor parte del día y casi todos los días las personas pueden sentirse tristes o vacías, hay una disminución del interés o del placer de todas o casi todas las actividades, señala el doctor Aranday Cortés.
Sin embargo, en esta época navideña es cuando la gente tiende a deprimirse por un sustrato biológico implantado desde la época de las cavernas: el ser humano, como mamífero, se rige de ciclos circadianos y el frío y la baja de temperatura “lo golpea”, por lo que busca llenarse de calor, de sol y de alimentos que le ayuden a restablecer su estado de ánimo.
“Antropológicamente el hombre en épocas de frío buscaba no moverse mucho, se metían unos 50 en una cueva y tenían que estar quietos, no gastaban energía, no comían, alguien deprimido no se mueve (las personas se estriñen cuando están deprimidas)”, sostiene el especialista del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente.
Este gen se fue transmitiendo y, señala, es más notorio en la cultura anglosajona, cuyos integrantes viajan a lugares cálidos en los meses invernales. “Para esas personas, ése es el tratamiento: ¡Vete a donde haya sol, regresa cuando haya pasado el invierno!”.
Otro segundo grupo de deprimidos está identificado por la cultura de “la falta de” y “debería de”, esa ausencia de dinero, compañía, trabajo, amor, etc., temas que en los once meses anteriores no hicieron mella en el ánimo pero que en estos días, afecta considerablemente.
“Me falta el abuelo, estoy solo, estoy vacío, no soy delgado”, todo esto genera un sistema de pensamiento más la enajenación como escuchar un villancico repetitivo, te estresa muchísimo. Incluso, explica el doctor Félix Aranday, también daña a los niños, por lo que recomienda que 40% de su lista a Santa o los Reyes, sea recompensada porque les ayuda a balancear lo positivo con lo negativo.
El tratamiento para este segundo grupo es más psicoterapéutico, de hablar y tratar de llevarlos a “esto te falta ¿qué hubo, qué tienes ahora, cómo lo aplicas a la vida”, enlista.