A 131 días de que Torreón cumpla sus primeros 100 años como ciudad, la gran fiesta prometida por las autoridades todavía no inicia. Salvo algunos acontecimientos artísticos y culturales, la tan anunciada celebración del Centenario hasta hoy ha resultado un desangelado festejo. En la apatía de los gobiernos local y estatal, reflejada luego en la indiferencia de un amplio sector de la ciudadanía, podemos encontrar la causa de esta lamentable situación. Los objetivos trazados desde la anterior Administración municipal para el significativo y emblemático 2007, están muy lejos de cumplirse. Basta un poco de memoria y reflexión para comprobarlo.
Entre julio y noviembre de 2004 se integró el Consejo Municipal para la Celebración del Centenario de la Ciudad de Torreón, presidido a nivel honorario por el gobernador del Estado y a nivel ejecutivo por el alcalde. Se nombró entonces un consejo ejecutivo ciudadano, conformado a su vez por doce comisiones a cargo de personalidades de distintos ámbitos de la sociedad, sobre todo de la Iniciativa Privada.
Historia, Turismo, Planeación y Desarrollo, Proyectos Urbanos, Relaciones Públicas, Motivación Ciudadana, Universidades, Deportes, Cultura y Festejos, Comunicación, más dos comisiones foráneas, fueron las áreas programadas para cumplir con los objetivos generales del Consejo, los cuales se resumieron en tres apartados: “1) Que la celebración sirva de plataforma de despegue para transformar a Torreón y a la Comarca Lagunera en el polo de desarrollo más importante del Norte de México. 2) Que la celebración y sus eventos sean de trascendencia nacional e internacional. 3) Planear la celebración con oportunidad y eficiencia, asimismo controlar y coordinar el desarrollo de los eventos que la constituyen”.
Esta información está disponible al lector en la página de Internet www.torreon100.com, en donde puede consultarse también las seis directrices del Consejo Municipal, a saber: “1) Festejar, del 16 de septiembre de 2006 al 15 de septiembre de 2007 el Centenario de la Ciudad con la construcción de una obra magna. 2) Aprovechar esta coyuntura histórica para consolidar la inicial unidad de los laguneros. 3) Recuperar y difundir la identidad proverbial de los habitantes de nuestra región. 4) Posicionar a Torreón como un destino nacional e internacional promoviendo el desarrollo de nuestra ciudad. 5) Transformar a Torreón en un polo educativo de primera importancia en el país. 6) Involucrar a todos los sectores de la población en la celebración del Centenario”.
Como puede observarse, cuando se establecieron estos objetivos y directrices, hace ya tres años, sin duda había un ánimo de enorme optimismo y candidez en los participantes, de lo contrario, no se entendería lo ambicioso y ambiguo de sus intenciones. La realidad, a 131 días de que se cumplan los 100 años, es que estas grandes metas no se han alcanzado, ni se está en vías de alcanzarlas. Del porqué, algo podrían decir algunos significativos hechos.
Por una parte está la cuestión financiera. Hasta el mes pasado, el gobernador Humberto Moreira había otorgado sólo 10 de los 100 millones de pesos que prometió al inicio de su Administración a razón de “un millón por cada año de Torreón”. La excusa del titular del Ejecutivo Estatal es que el Consejo Municipal no le ha presentado los proyectos que se financiarían con ese dinero. En lo que toca al Ayuntamiento, en el mismo mes de abril únicamente había aportado un millón de pesos. Sobre los donativos particulares, nada se sabe.
Por otro lado está la indecisión en torno a los proyectos. Pese a que está dentro de las facultades del Consejo del Centenario la planeación de obras alusivas al festejo, el alcalde José Ángel Pérez está empeñado en utilizar los recursos que quedan del Impuesto Sobre Nóminas para los ya famosos “regalos para Torreón por sus cien años”. No obstante, a 131 días de la gran celebración, el munícipe ni siquiera tiene los proyectos ejecutivos de las obras que quiere realizar.
Pero tal vez sea la falta de sensibilidad y voluntad de las autoridades lo que más ha pesado para tener hasta hoy un soso Centenario. Como muestra tenemos el eternamente pospuesto rescate de un Centro Histórico sucio e invadido de comercio informal y prostitución; el evidente abandono del sector donde nació la ciudad, el Poniente, cuyas colonias están hoy hundidas en la marginación y copadas por el narcotráfico y por último, el marcado rezago en la ejecución de obras de infraestructura vial, que tiene a varios sectores de la ciudad convertidos en algo parecido a una zona de guerra.
Entre la falta de dinero, la indecisión y la indolencia ha ido transcurriendo el tiempo de tal forma que la pregonada celebración de 2007 ha quedado hasta ahora en unos cuantos espectáculos y actividades culturales, la mayoría de ellos -por cierto- no accesibles a toda la población. Aunque uno no quiera ser pesimista, resulta difícil imaginar que en 131 días se vaya a concretar lo que no se ha concretado en tres años. Y es que simplemente las autoridades prometieron para este 2007 un Torreón muy distinto al que vemos hoy. Pero quizá no todo esté perdido. Los ciudadanos aún pueden sacar adelante este justificado y merecido festejo, sin tanta pretensión, pero con entusiasmo sincero. A fin de cuentas, Torreón no es patrimonio de quienes lo gobiernan, le pertenece a todos los que viven y respiran en él y que día a día, con su trabajo, ayudan a construirlo.