El presidente de Ecuador, Rafael Correa, descartó ayer que existiese una crisis política institucional en ese país sudamericano y desestimó la posibilidad de que su Gobierno sea derrocado mediante un golpe de Estado.
“No hay crisis, el único que intentó quebrar la institucionalidad del país fue el Congreso con su resistencia a acatar las decisiones del Tribunal Supremo Electoral (TSE)”, dijo Correa en una reunión con corresponsales de medios extranjeros.
Destacó que el Congreso, que está “acostumbrado a votar presidentes”, ahora se niega a aceptar la resolución del TSE de destituir a 57 legisladores por interferir en la consulta vinculada a la instalación de una Asamblea Constituyente.
La Oposición legislativa, que se opone al referendo previsto para el 15 de abril próximo, está enfrentada con el TSE por la decisión de ese organismo electoral de dar paso al proceso, una de las principales promesas electorales de Rafael Correa.
El gobernante rechazó las recientes declaraciones de sectores políticos opositores en cuanto a que pretende instituir en Ecuador una dictadura y añadió que “nadie quiere disolver el Congreso sino que se respete la Ley”.
Correa subrayó que la actual disputa política la protagonizan el Congreso y el TSE y que el Gobierno no desea inmiscuirse en ella, aunque aclaró que podría convocar a un Congreso extraordinario si la Legislatura sigue sin sesionar a causa de la disputa.
