Tenemos el privilegio de vivir en un mundo con nuevos estilos de vida; en el “posmodernismo” o la “Sociedad del Conocimiento”, que se muestra irreverente, con cambios constantes, de crisis económica, política y social, entre otras características.
Los cambios rápidos y constantes siempre han provocado temor, confusión y hasta caos, aunque este modernismo también ofrezca avances importantes en ciencia y técnica. Buen reto saber vivirlo sin descuidar el humanismo.
Recuerde que Alvin Toffler escribió sobre las “tres olas” que cambiaron al mundo: la Agrícola, que trajo aparejado el sedentarismo, construcción de las primeras ciudades y la propiedad privada; Industrial, haciendo que el mundo virara de rural a urbano, productivo y globalizado, dejando espacios para que los industriales, comerciantes y profesionistas dieran la lucha por el poder ante los monárquicos, nobles y cortesanos, ganándola finalmente, despertando así el proceso por la búsqueda de mayor justicia social y la aparición de la democracia como forma de vida. En el camino aparecieron los socialistas y comunistas, que hoy en día parecieran luchar por un Estado utópico.
Finalmente arribaron las Eras de la Información y del Conocimiento, que revolucionaron los conceptos de riqueza y productividad, provocando que los seres humanos luchen entre sí, buscando mejores formas de vida, con diferencias marcadas que enfrentan a unos contra otros, ricos y pobres, creyentes versus ateos, tradicionalistas frente a revolucionarios, feministas oponiéndose a machistas, etcétera.
Estas “olas” o “eras” de la raza humana se caracterizan por el uso del raciocinio, siempre alcanzando formas de vida superiores, con más alternativas para transcurrirlas de mejor manera. Así, vinieron los descubrimientos que generaron mayor calidad de vida y desarrollo humano; recordemos algunos:
Desde luego, el fuego y su uso, que permitió ver en la oscuridad, calentarse en los tiempos fríos, sobre todo mejorar la alimentación, permitiendo que los aminoácidos hicieran su trabajo: desde incrementar los sistemas de defensa orgánica, hasta ayudar al desarrollo de la masa cerebral, consecuentemente las capacidades intelectuales. La agricultura y ganadería, dieron paso al sedentarismo con la construcción de las primaras ciudades; aún más: que apareciera el concepto de organización social con reyes, súbditos, nobles, plebeyos, comerciantes, agricultores, guerreros y sacerdotes. Ahí empezó el declive de la condición femenina, dejándolas al frente de “encargos menores”, como la preparación de alimentos, cuidado de crías, vigilancia de las posesiones del hogar y algunas otras ocupaciones como el pastoreo de pequeñas especies y atención a los huertos familiares.
El descubrimiento de los metales y su uso para elaborar herramientas y armas dieron al hombre la posibilidad de incrementar la productividad y ejercer mayor poder bélico ante otros congéneres. Recuerde que no todo lo descubierto ha sido utilizado para bien, de hecho, frecuentemente son instrumentos usados por los posesionarios para abusar de los más atrasados tecnológicamente.
La industrialización, con la aparición de las primeras máquinas mecánicas, reforzadas por el uso del vapor y posteriormente la electricidad, dio otro empuje a la humanidad, aunque de nuevo apareció la injusticia y abuso contra los débiles, particularmente mujeres y menores. El mundo empezó a cambiar y transformarse de rural a urbano; el tren y los barcos de vapor permitieron a los ejércitos viajar con sus armas; una vez más, con imposición por la fuerza, conquistar y dominar, dando la primera diferenciación de los tiempos modernos entre quienes tenían colonias y posesiones que les generaban riqueza Inglaterra y Francia, por ejemplo y aquellos que empezaron tarde sus trabajos de conquista –Alemania, Holanda e Italia–. La consecuencia: las guerras conocidas como mundiales, que ahora nos parece fueron simples “juegos pirotécnicos”.
El avance siguió, llegando la energía atómica y el aprovechamiento de otras como la térmica y de biomasa, de nuevo fueron demostradas sus bondades, aunque se usaron mayormente para fines egoístas. ¿Ya descubrió las características comunes de todos los tiempos?
Así, de la propiedad privada a la riqueza material y poder bélico; desde la mecanización hasta el desarrollo de la electrónica y computación; avanzando de la Sociedad de la Información a la del Conocimiento, los seres humanos hemos aprovechado la mejor “herramienta” que nos fue otorgada: el cerebro. Desgraciadamente el “equipo” viene con “accesorios” como el egoísmo, avaricia, injusticia y la tendencia al abuso de poder, el que fácilmente mal utilizamos, relegando las mejores “funciones” del “donativo”.
La diferencia entre el ayer y el ahora está en la potencialidad destructiva y las consecuencias; si se pudo matar a más de medio millón de soldados en una sola batalla de la Primera Guerra Mundial, –como la de Verdún– hoy somos capaces de acabar con la especie alterando irremediablemente el orden del planeta.
En tanto, seguimos enterándonos de los abusos de todo tipo, considerándolos algo lejano a nosotros, como si observásemos una película o serie de televisión. Usted decida: ¿ya es tiempo de hacer conciencia?
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