Benito Juárez cuenta con más de 35 años de experiencia como comerciante.
CRÓNICA URBANA
TORREÓN, COAH.- Limpiando nopales con un pulso envidiable, se encuentra Benito, quien curiosamente se apellida Juárez, en un improvisado puesto de frutas a un costado del Mercado Alianza de esta ciudad.
Su rostro se oculta de los rayos del sol, debajo de un viejo sombrero, el cual siempre lo acompaña. Es originario de Ciudad Juárez Durango, aunque Benito aún la llama Villa Juárez.
Viste vaquero. Camisa a rayas, pantalón corte vaquero y unas botas forman parte de su atuendo, el cual adoptó hace ya varias décadas atrás.
Su pelo y su ligera barba se han cubierto de canas. Sus manos reflejan años de esfuerzos así como su rostro, el cual deja ver por unos momentos.
Benito continúa pelando sus nopales a la vez que relata su historia. Hace más de 35 años, Benito se instaló sobre el bulevar Revolución, muy cerca de la Casa del Cerro, para ofrecer toda clase de verduras.
Desde entonces, diariamente a partir de las seis de la mañana, Benito llega, se instala para después esperar a que su primer cliente haga su arribo. “Antes las ventas eran muy buenas”, dice, “ahora todo eso ha cambiado”.
“La llegada de los supermercados acabó con nuestros pequeños negocios”, comenta preocupado el comerciante, quien con su mirada busca complicidad entre sus compañeros.
Aunque las ventas han sido malas en los últimos dos años, Benito no se puede dar el lujo de tomar por lo menos un día de descanso, “todos los días hay que trabajar”, dice el comerciante quien deja escapar una sonrisa.
“No importa si hace frío o calor, si llueve o no”, asegura Benito, quien para protegerse de las inclemencias del clima, cuenta con un improvisado puesto, construido con troncos viejos y un pedazo de lona.
Su puesto, aunque improvisado, tiene lo más indispensable para realizar su trabajo, pues cuenta con una tabla para realizar diferentes cortes a las verduras, así como los espacios suficientes para colocarlas además de una báscula.
Cerca de 100 pesos, son los que aquel hombre se lleva, siempre y cuando las ventas hayan sido muy buenas, de lo contrario no sacará más de eso.
“Es suficiente para mí”, dice despreocupado Benito, quien comenta que esta cantidad es sólo para él, ya que su esposa murió hace ya varios años y sus cinco hijos ya están casados, “pero a veces sí es necesario tener un poquito más, pues nunca falta de que los hijos pidan prestado”, manifiesta el comerciante de 75 años de edad.
Aunque su mirada refleja cansancio, Benito no está dispuesto a dejar su profesión, “será hasta que Dios quiera y que el cuerpo aguante, será entonces cuando deje de trabajar”, concluyó Benito Juárez con una gran sonrisa.