La producción mensual de todos los obrajeros que se encuentran en el parque es de aproximadamente un millón de ladrillos.
El Siglo de Durango
Niños trabajando entre lodo; obrajeros que apenas alcanzan para comer; hombres haciendo tabiques en varios hornos que son de un solo dueño, es el panorama que se observa en el Parque Industrial Ladrillero (PIL), de acuerdo con un recorrido que realizó El Siglo de Durango por dichas instalaciones.
La polémica sobre el proyecto del PIL fue un dolor de cabeza para las pasadas autoridades municipales, debido a que no convencieron a los obrajeros que se encuentran instalados en la ciudad de dejar sus hornos e irse a trabajar al citado lugar.
El Gobierno Municipal ha contabilizado alrededor de 350 ladrilleras que aún se encuentran en la ciudad, que provocan una contaminación grave, debido a que algunas de ellas se encuentran a un lado de instituciones educativas.
En el recorrido, se pudo platicar con el encargado del proyecto del PIL, José Trinidad Martínez Reyna, quien indicó que actualmente hay 162 obrajeros y 80 hornos que están disponibles para los fabricantes de tabique que se quieran reubicar.
HISTORIAS DE VIDA
El señor Víctor Vargas Mendoza tiene en el PIL desde hace un año y medio; en promedio, gana al mes alrededor de cinco mil pesos, que apenas le alcanzan para sobrevivir y darle educación a uno de sus hijos.
Comenta que en algunas ocasiones le va bien con la quema de ladrillo; aproximadamente hace diez mil tabiques a la semana, de los cuales recibe una venta semanal de poco más de mil pesos.
Esto le tiene que alcanzar para dar de comer a su esposa y dos hijos, ir y regresar del PIL todos los días, o quedarse en algunas ocasiones en un jacal que construyó debido a que a veces tiene que permanecer en el lugar para terminar la producción o salvarla de la lluvia.
Comenta que por el momento está construyendo un baño para poder quedarse con más confianza en el lugar; de esta obra, por el momento, solamente tiene hecho el cimiento.
Expresa que “se escucha” que tienen proyectos para darles una vivienda en el poblado Pino Suárez, por lo que él está dispuesto a cambiarse si hay una escuela cercana para su hijo que estudia bachillerato.
Añadió que a ellos les “va bien”, porque su lideresa les consigue compradores en las dependencias municipales.
Expuso que las ladrilleras no son un negocio, solamente representan trabajo para sobrevivir, porque los dueños de los hornos tienen que laborar de sol a sol para sacar algo de ganancia; si no, se van con lo mínimo.
“Creían que era un negocio, por eso se vinieron muchos, pero aún faltaba conseguir compradores; a nosotros nos va bien porque nuestra líder nos consigue quiénes nos compren nuestro ladrillo”, precisó.
GANANCIA NO HA VARIADO DESDE HACE 3 AÑOS
Para Vicente Sánchez, que desde pequeño se dedica a la fabricación de ladrillo, están peor en el PIL porque sus ingresos no han variado desde hace tres años, ya que su ganancia en algunas ocasiones es de menos de 100 pesos por cada mil tabiques que hace.
Puntualiza que se fue al PIL debido a que su ladrillera se encontraba cerca del Arroyo Seco, y debido a la canalización del afluente le destruyeron su horno.
Dijo que desde entonces no ha visto ninguna mejora y que en algunas ocasiones se tiene que quedar en el baño para continuar con su producción.
“Nos ha ido más o menos, pero bien no, porque para empezar es muy barato el precio del ladrillo y no se saca ganancia, porque el costo del millar de ladrillo solamente da vuelta para volver a producir”, indicó.
Finalmente, comentó que para que el PIL funcione y tenga éxito debe subir el precio del millar del ladrillo para que puedan mejorar su calidad de vida, que no ha cambiado desde hace un par de años.
NIÑOS TRABAJANDO
La mayoría de los obrajeros contratan a niños para que ayuden a limpiar la tierra, moldear los tabiques y a pasarlos al horno, trabajo que es pesado para los menores.
Los menores están expuestos a los montones de tierra y a respirar el humo que generan los hornos; es muy común ver en el lugar a los pequeños trabajando ya que familias enteras se llegan a instalar en el PIL para tener un ingreso mínimo para comer.
Los niños a veces se trasladan desde la ciudad hasta el PIL, y todos deben cumplir una jornada laboral de las 8:00 a las 17:00 horas, sin tener tiempo de acudir a la escuela.
Su trabajo es pesado y, además, riesgoso. Se les ve descalzos por los pasillos que hay entre los hornos, sin importarles los animales ponzoñosos que hay en el lugar.
Por lo general, se encargan de hacer todo el proceso de la fabricación de ladrillo, desde limpiar la tierra hasta llenar los moldes que pesan más de cinco kilos, y posteriormente colocarlos en los hornos.
Muchos de ellos deciden no estudiar por dos factores primordiales: tienen que trabajar para mantener a su familia, o buscan otras actividades porque no les gusta ir a la escuela.
TRABAJAN PARA OTROS
También se encontró que una sola persona es dueña de varios hornos y que contrata a trabajadores para que hagan los tabiques y a final de la semana se reparten la ganancia.
El trabajador -quien por obvias razones pidió que se omitiera su nombre- señaló que su patrón es dueño de una cuadra de ladrilleras y se llama Óscar Sena.
Dijo que en lo personal gana alrededor de 700 a mil pesos semanales en la producción y que se quedan según como se encuentre el tiempo ya que con la lluvia se destruyen los moldes.
Nuevas técnicas
En el parque también se encontró al encargado del proyecto, José Trinidad Martínez Reyna, quien inspeccionaba la maquinaria para fabricar ladrillos de buena calidad.
Comentó que la maquinaria la utilizarán 58 obrajeros, y empezarán la producción en un par de días; por ello, se encuentran detallando las medidas y precisando los moldes que se emplearán para la fabricación del tabique.
Expresó que en el parque quedan 80 hornos para los obrajeros que quieran aceptar la reubicación, y que tienen la reserva territorial para construir más infraestructura.
Comentó que en breve se abrirá un comedor que estará a cargo de los mismos productores de ladrillo por lo que será una ayuda importante para todos los trabajadores.