El 25 de junio la concesionaria del ferrocarril Chiapas-Mayab anunció simplemente el abandono de las rutas que le fueron concedidas por el Gobierno del presidente Zedillo. La filial mexicana de Genesee&Wyoming Inc. notificó a la secretaría de Comunicaciones y Transportes su renuncia a los derechos del título de concesión que le fue otorgado el 26 de agosto de 1999. La empresa anunció que suspendería el servicio a partir del 29 de julio, pero dejó de prestarlo dos días antes, el tres de julio la SCT había comunicado a la concesionaria que no podía irse así nomás, porque su decisión afectaría el transporte en una vasta región del país, pero la empresa no modificó su postura, por lo que le fue asegurado equipo como garantía del cumplimiento de sus obligaciones. La empresa, con sede en Mérida, disponía de 41 locomotoras y 1,130 vagones.
El consorcio ferroviario norteamericano que irresponsablemente se retiró del mercado mexicano tiene su sede en el estado de Conneccticut, desde donde maneja sus operaciones en Illinois, Oregon, Maine, New Hampshire, Vermont, Nueva York, Pennsylvania. También está presente en el centro y el este de Canadá y tiene intereses en Australia y en Bolivia. Cuando tomó una porción del sistema ferroviario mexicano anunció que introduciría “nuevos y avanzados procedimientos administrativos, operativos y tecnológicos. Esto producirá a largo plazo un aumento de eficiencia y mejoras en el servicio a los clientes”.
Le fueron otorgadas las rutas Mérida-Campeche-Coatzacoalcos así como la que conecta a Ixtepec en Oaxaca con la frontera con Guatemala, a través de Tapachula y Ciudad Hidalgo, en Chiapas y Tenosique, en Tabasco. Se le concedió asimismo el derecho de paso entre Coatzacoalcos y Salinas Cruz, el antiguo ferrocarril interocéanico, cuya titularidad corresponde a una singular empresa paraestatal, el Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, que tenía existencia meramente virtual, pero ahora dejará su existencia simbólica para reemplazar a la concesionaria fallida.
En efecto, el 9 de agosto, tardíamente si se considera que la Compañía del ferrocarril Chiapas-Mayab dejó de operar el 27 de julio, la SCT “decidió permitir, a partir de mañana, viernes 10 de agosto, al Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, SA de CV, (Fit) una modalidad para que realice la operación y explotación de estas vías ferroviarias, preste el servicio local y otorgue el derecho de paso a cualquiera de los demás concesionarios para que también brinden dicho servicio....Esta modalidad permitida al Fit es temporal, hasta en tanto se concluye la reconstrucción de la vía ferroviaria Chiapas, lo cual se tiene previsto para el segundo trimestre de 2008. Posteriormente se procederá a licitar el concesionamiento de estas importantes vías ferroviarias”.
Precisamente el deplorable estado de las vías y puentes en Chiapas, severamente dañados en 2005 por el huracán Stan y de reconstruir los cuales nadie –ni el concesionario ni el Estado—se ha ocupado, fue la causa alegada por Genesee&Wyoming para marcharse de México, aunque una voz oportunista ha dicho: “Quiero serle sincero: Wyoming se fue para abajo por mala administración, porque no tenía mantenimiento la vía, tampoco las máquinas y no mantuvieron a los proveedores”. Quien habla es el secretario general del sindicato ferroviario, Víctor Flores Morales, de quien no se tiene noticia que haya actuado ante la empresa para contribuir a evitar su desastre. Sólo ahora se ocupa de asegurar la liquidación del personal.
Como dirigente sindical desde hace más de diez años, Flores Morales fue cómplice, coautor de las operaciones gubernamentales que desmantelaron el precario sistema ferroviario mexicano, a través de la liquidación de la empresa Ferrocarriles Nacionales de México y la privatización de las líneas, entregadas sin la mínima previsión respecto del futuro de las concesionarias mismas, como lo prueba no sólo lo ocurrido en este momento sino otros.
Episodios como la quiebra del Ferrocarril del sureste, que fue vendido por su adquiriente inicial, el grupo Tribasa de la familia Peñalosa a la empresa minera Frisco, del Grupo Carso. Éste, a su vez, lo vendió al Grupo México, que con Union Pacific había ya adquirido el ferrocarril del Pacífico norte. Por ese motivo la Comisión Federal de Competencia económica rehusó autorizar la adquisición. Pero como se sabe por su actuación en otras áreas de la economía, a Grupo México no le importan las determinaciones institucionales cuando son contrarias a su interés y por eso opera Ferrosur, como si tal cosa.
La suspensión del servicio de la frontera con Guatemala a ciudad Ixtepec ha generado un problema que a esta hora podría haber hecho crisis. En Tenosique, Tabasco y en Arriaga, Chiapas, se aglomera un gran número de centroamericanos indocumentados a los que la Policía Federal Preventiva ha amenazado con echarlos del país.
Ignorantes del cierre de operaciones del ferrocarril, los migrantes que vienen del istmo centroamericano con el propósito de llegar a Estados Unidos, han llegado a aquellas poblaciones como de costumbre, dispuestos a encaramarse, con riesgo de sus vidas, en el techo y las escaleras de los vagones de carga y así avanzar hacia el norte.
Ahora quedaron varados en esos lugares, sin recursos y expuestos a la extorsión y al amago de las corporaciones policiacas. Puesto que algunos de ellos y de los polleros que los conducen pertenecen a pandillas organizadas es de temerse que allí haya violencia.