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¡Despierta Torreón, despierta!

Fernando de la Mora obsequió un exquisito programa acompañado de la Camerata de Coahuila, todo bajo la dirección del maestro Ramón Shade.

Fernando de la Mora obsequió un exquisito programa acompañado de la Camerata de Coahuila, todo bajo la dirección del maestro Ramón Shade.

MIRIAM GONZÁLEZ, EL SIGLO DE TORREÓN

Fernando de la Mora le canta las Mañanitas a Torreón, acompañado de la Camerata de Coahuila.

TORREÓN, COAH.- “A las muchachas bonitas se las cantamos aquí, despierta Torreón, despierta”… Las Mañanitas nunca habían sonado tan fuerte y especial como en la voz de Fernando de la Mora y con el acompañamiento de la Camerata de Coahuila y de más de 40 mil laguneros que iniciaron así el Centenario de la ciudad en el Estadio Revolución.

En el primer minuto de hoy 15 de septiembre el famoso tenor entonó las notas del cántico popular con el que se festejan los cumpleaños, en honor del número cien de Torreón. Bien acompañado estuvo de los músicos de la Camerata comandados por el maestro Ramón Shade, en una velada en la que también se presentó el Ballet Folclórico de México de Amalia Hernández con sus tradicionales bailes.

Y en un cumpleaños no podía faltar el pastel, gigantesco aunque de cartón, con un Torreón en la punta a manera de velita y “betún” iluminado que sirvió de marco al festejo.

“Feliz cumpleaños Torreón, cien años se dicen rápido, pero son como dos o tres generaciones”, felicitó el tenor para arrancar la ovación del auditorio.

De la Mora obsequió a la ciudad un exquisito programa que empezó con María Elena de Lorenzo Barcelata, seguido de una fina interpretación de Flores Negras y una emotiva Amanecí en tus Brazos, que puso a cantar a más de uno.

Pero definitivamente -y así lo había advertido el tenor- la que todo mundo cantó fue Amor Eterno, de Juan Gabriel, con la que terminó de ganarse la ovación de un público que desde el principio se le entregó y en cuanto desaparecía del escenario para dejar a la orquesta lucirse por sí sola, le cuestionaba “¿por qué te vas a cada rato?”.

Y es que la Camerata también tenía que enseñar por qué es “el orgullo de Coahuila, de todo México y, por supuesto, de Torreón”, como lo había presumido Fernando de la Mora. Para ello, la orquesta ofreció a su público el Danzón No. 2 de Márquez, Sobre las Olas de Juventino Rosas, y el famosísimo Huapango de Moncayo, ovacionados por igual.

El tenor también cantó Cuando Vuelva a tu Lado de María Grever, Dime que Sí de Alfonso Esparza Oteo y la tan esperada Granada de Agustín Lara, con la que dio muestra de su vibrante timbre lo que le valió el aplauso exacerbado de la gente, que le pedía “otra, otra, otra” sin parar.

Por eso, no la pensó tanto y pronto le pidió autorización a Shade para interpretar el Corrido de Torreón, autoría de Alberto González Domene, con la que amenazaba concluir su presentación.

Todo el público de pie y pidiéndole sin césar una más, pero primero había que entregar los respectivos reconocimientos. Uno para la Camerata de Coahuila, otro para Ramón Shade, uno más para Fernando de la Mora y un último para el creador del Corrido de Torreón, entregados de parte del Ayuntamiento de Torreón y el Patronato para los Festejos del Centenario, vía el alcalde José Ángel Pérez y don Ramón Iriarte Maisterrena.

Todavía faltaban diez minutos para la medianoche, por lo que el tenor aprovechó para entonar Bésame Mucho, de Consuelito Velásquez, un fabuloso preámbulo para lo que estaba por venir.

“Creo que ya son casi las 12:00, creo que es hora de cantar Las Mañanitas”, para enseguida empezar con las famosas estrofas mientras papelillos verde, blanco y rojo caían sobre los tres escenarios dispuestos para el festejo, que pronto se iluminó con las luces pirotécnicas de los mismos tonos.

“¡Qué viva Torreón!”, surgió espontáneamente de entre la multitud, emocionada al máximo al ser testigo de un momento histórico, porque no todos los días se cumplen cien años y este recuerdo quedará vivo en la memoria de quienes lo presenciaron y pasará de generación en generación hasta que la ciudad alcance su bicentenario.

Mientras, Fernando de la Mora llevaba al éxtasis con una fina interpretación de Júrame, otro tema de la Grever, con el que se despidió en medio de la gran ovación. Luego, los mariachis llegaron para cerrar con broche de oro en el escenario central sobre el que se ubicaba el pastel gigante de tres pisos, alrededor del cual entonaron La Filomena, su versión de Las Mañanitas y otros temas más del folclor mexicano que igualmente encantaron a la audiencia conformada por igual por grandes y chicos.

AMALIA INICIA LA FIESTA

La emoción en la fiesta del Centenario había comenzado desde mucho antes con el Ballet de Amalia Hernández, que ofreció un viaje dancístico por el folclor mexicano en el escenario derecho del campo.

El recorrido inició con Los Matlachines, una mezcla de ritual prehispánico con danza cristiana del centro de México en festividades religiosas, para lo cual los bailarines usaron la tradicional nahuilla bordada con carrizos, el guaje y un vistoso sombrero de plumas.

Torreón fue cuna de la Revolución y un cuadro con este pasaje no podía faltar en su noche, con todo y mujeres de la aristocracia, “soldaderas” y “Adelitas” encabezadas por la famosa “Juana Gallo”.

Ninguna fiesta estaría completa sin el colorido de las de Tlacotalpan, uno de los más vistosos cuadros no sólo por la variedad de bailes que empiezan con la celebración de la Candelaria, sino también por los bellos vestidos de las mujeres y los muñecos gigantes que alegran el Carnaval de Veracruz.

Ya entrados en festejos, la Boda en la Huasteca es única, por eso el Ballet de Amalia escenificó una de ellas que se ve interrumpida por un rival de amores del novio.

Definitivamente por muchos esperada, la Danza del Venado fue de las más aplaudidas. Ágil, pero temeroso, el venado se esconde del arco y la flecha de los yaquis, en lo que se convierte en un verdadero ritual del que salen triunfantes la única tribu en México que se ha mantenido libre de todo mestizaje y compromiso con las culturas modernas.

Y los mariachis llegaron para cerrar la “fiesta de Amalia” con broche de oro, en medio de La Negrita, el Jarabe Tapatío y las fanfarrias, mientras caían serpentinas de colores por todo el escenario y más allá de él.

Como en anteriores ocasiones que el ballet se ha presentado en Torreón, se ganó totalmente al público lagunero, que le propinó una ovación de pie en reconocimiento a la técnica y el colorido que acababan de mostrar.

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Escrito en: centenario

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