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Desprecio

Federico Reyes Heroles

La vida es tiempo, el único bien no renovable con el que contamos decía Castillo Peraza. Quien desperdicia el tiempo desprecia la vida. Perder el tiempo, es perder la vida. Hay quien se da el lujo de que nada ocurra. En quien no tiene necesidades, apremios, urgencias, la actitud es entendible, nunca justificable. Como dijera Victor Frankl están enfermos de sólo pensar en sí mismos. Pero en un mundo con tantas carencias, en un país con millones de pobres, como lo es el nuestro, perder el tiempo, despreciar la vida, es un crimen.

Nuestro PIB per capita es de 8 mil 240 dólares. Si seguimos creciendo al mediocre ritmo que llevamos (ver el espléndido texto México 2025: el Futuro se Construye Hoy, L. Rubio; O. Azuara; E. Jaime; C. Hernández; Prólogo de Carlos Fernández; CIDAC, 2006). Para 2025 llegaríamos a un ingreso de 12 mil 800 dólares, 35 por ciento menos de lo que tiene Corea hoy. Los miserables en México seguirán abundando y todos los que gobiernan serán responsables. En cambio si creciéramos al 5 por ciento, para la misma fecha, 2025, tendríamos un ingreso equivalente de nuevo al de Corea hoy, que ha dejado de ser pobre. Eso es lo que debiéramos estar discutiendo si de verdad estamos preocupados por los pobres.

La Inversión Extranjera Directa alcanzó en el primer semestre más de 13 mil millones de dólares. Espléndido, pero no se nos olvide que a pesar de esa cifra México ha sido desplazado como destino de la IED. La competencia es feroz y debemos revisar qué debemos hacer para recuperar posiciones. Eso debiéramos estar discutiendo para así arrinconar la miseria. En tan sólo un lustro el número de bebés se redujo 9.2 por ciento. En contraste el número de mayores crece al 4 por ciento al año. ¿Qué mecanismos de pensiones vamos a implementar para esos mexicanos que han trabajado toda su vida? ¿Cómo salvar al IMSS que atiende a 45 millones de mexicanos de su crisis financiera? Esa es la discusión de verdadera justicia que tendríamos que estar abordando todos los días.

Cada año migran 220 mil mexicanos, en su gran mayoría jóvenes. La pérdida de capital humano es dramática. ¿Cómo vamos a crear los empleos que esos mexicanos no están encontrando, aquí en su país? Las familias se quiebran, el país se empobrece con cada migrante. Esa es la discusión de fondo para lograr un país más justo. Sólo 15 por ciento de los jóvenes de México piensa que la democracia sirve para disminuir las injusticias. Es lógico: estamos hablando de asuntos que en nada tocan su realidad. Sin recursos frescos la producción petrolera del país está condenada al declive. Los ingresos petroleros nos dan alrededor de 40 centavos de cada peso recaudado. ¿Qué vamos a hacer para suplir esos ingresos que repercuten en escuelas, hospitales, carreteras, etc.? ¿Qué podemos hacer para mantener el ritmo de producción de energéticos que demanda nuestra economía? Sin energía abundante y a precios razonables no hoy prosperidad posible. Esa es la verdadera discusión que tiene que ver con los más pobres.

Tres de cada cuatro estudiantes de primaria y secundaria están en riesgo de no terminar sus estudios y 70 por ciento está condenado a no acceder a la educación superior. ¿De dónde vamos a sacar los recursos para brindarles un mejor futuro? Eso sí traería más justicia a México. La pobreza desciende, pero muy lentamente. El drama se concentra en tres entidades del sur del país. ¿Qué puede hacer la Federación para disminuir con mayor rapidez las diferencias, para que los mecanismos de redistribución de la riqueza cumplan mejor su función? Ese debiera ser el debate de todos los días. En México se incumplen un sinnúmero de pactos internacionales, pactos ratificados por nuestro país, pactos que atañen directamente a los derechos humanos, a los derechos de las minorías y a los derechos políticos fundamentales. ¿Qué estamos haciendo para corregir el brutal desfase? Eso sí podría cambiar el destino de muchos mexicanos.

México se rezaga en las metas de uso de anticonceptivos. Incluso los varones disminuyeron su consumo. Las comunidades indígenas tienen alrededor de 30 años de atraso frente al uso promedio de una mujer con secundaria. El Consejo Nacional de Población lo advierte con toda claridad: no estamos logrando cumplir las metas del Plan Nacional de Población. El número de adolescentes embarazadas anualmente no disminuye, es alrededor de 400 mil. En su gran mayoría se trata de embarazos no deseados que propician relaciones de inestabilidad familiar. ¿Qué debemos hacer para evitar este drama? Por supuesto de allí surge más iniquidad e injusticia, pero pareciera que nada nos importa. La tecnología registrada por mexicanos se redujo en alrededor de un 50 por ciento en los últimos 20 años. La tecnología es la mayor fuente de valor agregado, de riqueza de las sociedades del futuro. ¿Qué debemos hacer para fomentarla? Eso debiéramos estar discutiendo. Pero no, parece que todo lo anterior nos tiene sin cuidado. Todo esto debiera ser materia del Informe presidencial, de un momento de reflexión sobre el rumbo que sigue México. No se trata de glorificar ni crucificar a nadie. El objetivo es la reflexión y la rendición de cuentas.

Ha pasado más de un año desde la elección federal. Mismo día, mismos procedimientos, mismas autoridades; 500 diputados electos, 128 senadores, todos en funciones, todos asumiéndose como representantes populares, todos cobrando sus dietas, pero eso sí, los perredistas se reservan el derecho de descalificar a Felipe Calderón simplemente porque así conviene a los intereses de su caudillo. Presidente legitimo, presidente ilegitimo, presidente constitucional, ahora ya tenemos tres categorías. La segunda fuerza sólo piensa en sí misma. Qué desperdicio de tiempo, qué desprecio hacia la vida.

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