La mujer y la suegra del culpable, afirman que la muerte del infante se debió a un "a un tremendo accidente con consecuencias fatales".
Un jurado popular declaró culpable de asesinato al boliviano Franz Reynaldo Villalba Miranda al considerar probado que en febrero de 2005 mató a su bebé, de tres meses, estrellándolo al menos dos veces contra la pared de su casa de Manresa (este de España) porque le irritaba que llorara.
A la vista del veredicto del jurado, el ministerio fiscal ha pedido un pena de 20 años y nueve meses de cárcel para Franz Reynaldo Villalba, de 26 años, por haber asesinado a su hijo mientras la madre estaba ingresada en el Hospital General de Manresa tras un intento de suicidio.
Los hechos ocurrieron en la noche del 5 de febrero de 2005, cuando el procesado (quien manifestó que no recordaba nada porque iba borracho, aunque cree que su hijo se le cayó accidentalmente al suelo) se despertó irritado ante los llantos de su bebé.
Según el veredicto, tras golpear al bebé, Villalba lanzó al niño al menos dos veces con mucha fuerza contra una pared, lo que provocó su muerte.
Por siete votos a favor y dos en contra, el jurado consideró culpable de asesinato al procesado.
Los nueve miembros del jurado también consideraron probado que el acusado había propinado un puñetazo a su esposa, que le provocó un hematoma en el ojo, agresión por la cual el fiscal pide nueve meses de prisión por violencia doméstica.
El jurado considera probado que tras el nacimiento del bebé Franz J., el 13 de noviembre de 2004, el padre se "impacientaba" cuando el niño lloraba, y que la noche de los hechos los llantos del bebé le despertaron hacia las cinco de la mañana, por lo que le dio un par de bofetones para intentar que callara, ante lo que el niño lloró aún más.
Entonces, según el jurado, el hombre "no tuvo suficiente paciencia" y aprovechándose de la indefensión del bebé y de su extrema fragilidad física, le estrelló contra la pared al menos en dos ocasiones, consciente de que con ello le podía provocar la muerte.
El jurado añadió que, tras estrellar a su hijo contar la pared, el padre volvió a dormir y cuando se despertó, hacia las diez de la mañana, al comprobar que el bebé estaba frío y no respiraba, pidió auxilio y lo llevó al hospital, donde ya ingresó cadáver.
A la hora de emitir el juicio, el jurado explicó que la autopsia revela que el bebé recibió dos fuertes impactos en la cabeza en zonas distintas y que no se dieron de forma simultánea.
De esta forma, queda desacreditada la versión del acusado de que su hijo cayó accidentalmente, añadió.
En su veredicto, el jurado consideró que pese a que el padre estuvo con sus compañeros de piso bebiendo cerveza hasta las tres de la madrugada, esto no afectó a su capacidad de entendimiento, en contra de lo que sostenía el procesado, que mantiene que no recuerda nada porque estaba borracho.
Durante el juicio, la esposa del procesado, Jeanette Mireya F.B., también boliviana y que está de nuevo embarazada de su esposo, exculpó a su marido al entender que es una persona "que no puede hacer daño a nadie" y que trataba "muy bien" a su hijo.
Jeanette Mireya afirmó que siempre había creído la versión de su marido de que fue un accidente, si bien admitió que, como esposa, tiene "la obligación" de estar a su lado y que haría "todo lo posible" para ayudarle a salir de la cárcel.
Asimismo, dijo que su marido no la maltrató ni la pegó nunca, y que el moratón que presentaba en el ojo se debió a que él la "empujó involuntariamente" un día que discutieron porque el procesado quería salir con sus amigos.
La mujer también relató que su intento de suicidio -ingirió jabón líquido la semana antes del asesinato del bebé- tuvo su origen en una depresión posparto y no a la agresión de su marido.
En la misma línea, la suegra del procesado, Ana B.A.F., exculpó a su yerno y afirmó que la muerte de su nieto se debió "a un tremendo accidente con consecuencias fatales".
Tanto Jeanette como su madre estuvieron presentes en la lectura del veredicto y ahora esperan a que el juez, en su sentencia, sea más favorable a las tesis de la defensa, que pide un máximo de dos años de cárcel por homicidio imprudente.
