La CIA divulgó ayer centenares de páginas de informes internos sobre sus más controversiales misiones: complots para asesinar a Fidel Castro, pruebas secretas de drogas alucinógenas y actos de espionaje contra estadounidenses. (Archivo)
La agencia de espionaje quiso usar a un miembro de la mafia para matar al líder cubano en una acción tipo gángster.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos dio a conocer ayer los detalles sobre un intento de asesinar al líder cubano Fidel Castro, entre algunos de los abusos perpetrados por este organismo entre los años cincuenta y setenta.
El intento de asesinato se encuentra descrito en los documentos conocidos como “joyas de la familia”, desclasificados ayer por la CIA y que revelan, entre los abusos de aquella época, también intentos de secuestro o el espionaje a periodistas, disidentes e incluso sus propios funcionarios.
Los informes detallan también la violación de comunicaciones por correo entre Estados Unidos y China y la Unión Soviética o la experimentación con Ácido Lisérgico (LSD, por sus siglas en inglés) entre personas que no lo sospechaban. También incluyen numerosos datos sobre el “caso Watergate”, que acabó costando la Presidencia a Richard Nixon.
Según explican las cerca de 700 páginas de documentos, en 1960 la agencia de espionaje quiso usar a Johnny Roselli, un miembro de la mafia, para matar a Castro en “una acción tipo gángster”.
El funcionario de la CIA Richard Bisell se puso en contacto en agosto de 1960 con el coronel Sheffield Edwards, de la Oficina de Seguridad, para determinar si tenía algún contacto que pudiera ayudar “en una misión delicada”, cuyo objetivo era la muerte de Castro.
A causa de la naturaleza “extremadamente delicada” del plan, “sólo un pequeño grupo resultó informado”.
Robert Maheu, de la Oficina de Seguridad, propuso el nombre de Roselli, un supuesto miembro de la mafia.
Maheu contó a Roselli en una reunión en Nueva York que una compañía que estaba sufriendo fuertes pérdidas económicas debido a las medidas de Castro en Cuba estaba dispuesta a pagar 150 mil dólares de entonces para eliminar al presidente cubano.
A Roselli se le iba a “dejar claro que el Gobierno de Estados Unidos no estaba, ni debería estar, al tanto de la operación”. Roselli “inicialmente no quiso verse implicado, pero (...) se mostró de acuerdo en presentar a un amigo, Sam Gold, que conocía a gente cubana”.
Gold, un alias de Momo Salvatore Giancana, a su vez, planteó que matar a Castro con armas de fuego podría resultar un problema y sugirió suministrarle algún tipo de píldora en la comida o la bebida. Media docena de píldoras “de un alto contenido letal” se entregaron a Juan Orta, un funcionario cubano que había recibido pagos de la mafia del juego y que tenía vínculos con Castro.
Orta, tras varias semanas de supuestos intentos, “se echó atrás y pidió que se le relevara. Propuso a otro candidato, que hizo varios intentos sin éxito”. Finalmente, el proyecto se suspendió debido al fracaso del episodio de la Bahía de Cochinos, en abril de 1961.
Otras actividades que revelan los documentos es el confinamiento en una celda especialmente construida, sin otro objeto que una cama, de un defector (desertor) de la KGB, Yuri Ivanovich Nosenko, entre agosto de 1965 y octubre de 1967.
Asimismo, se enumera el seguimiento de supuestos disidentes y el espionaje a dos periodistas en Washington de los que se sospechaba que podrían estar difundiendo información clasificada recibida de “una serie de fuentes del Gobierno y del Congreso”, entre marzo y junio de 1963.
Esta serie de documentos se escribieron hace 30 años, cuando el entonces director de la CIA, James Schlesinger, pidió a sus empleados, en una de las cartas desclasificadas reveladas, que le detallaran “cualquier actividad que esté ocurriendo, o haya ocurrido, que se pueda interpretar como fuera de la carta legislativa de esta agencia”.
Según Tom Blanton, director de los Archivos de Seguridad Nacional, un organismo dependiente de la Universidad George Washington y especializado en la investigación de documentos desclasificados, los papeles resultantes de esa orden son “el equivalente de los altos cargos de la CIA yendo al confesionario a pedir perdón por sus pecados”.
El director de la CIA, el general Michael Hayden, adelantó la semana pasada que su agencia desclasificaría los documentos.
Hasta ahora, sólo un puñado de documentos de estos archivos secretos de la CIA, altamente censurados, había salido a la luz pública.