No dectar esta enfermedad a tiempo puede costar entre un 60 o 400 por ciento más.
Los análisis para diagnosticar la fibrosis quística en los recién nacidos reducen los costos de los tratamientos posteriores por esta enfermedad hereditaria, según un estudio de científicos británicos que aconseja adoptar esta práctica preventiva a la comunidad sanitaria internacional.
Este informe, que recoge en su último número la revista científica The Lancet, es fruto de una investigación de las universidades de East Anglia (Inglaterra) y de Dundee (Escocia), que analizaron los historiales de varios enfermos británicos de fibrosis quística durante 2002.
Los científicos compararon los costes de los tratamientos de 184 niños, de entre uno y nueve años y a los que se les diagnosticó la enfermedad nada más al nacer, con los de 950 pequeños, del mismo grupo de edad y a los que se les detectó posteriormente.
La comparativa mostró cómo el tratamiento de los niños a los que no se les había diagnosticado la fibrosis quística de recién nacidos costó entre un 60 y un 400 por ciento más que el de aquellos que sí se sometieron a un análisis nada más nacer.
Los científicos van más allá y afirman que la diagnosis en los primeros días del bebé puede reducir el número de enfermos de fibrosis quística que tengan que ser operados.
"Los análisis en los recién nacidos están relacionados con el menor coste de los tratamientos, así como con el menor número de ingresos en el hospital para recibir un tratamiento intensivo, con lo que también se reducen los costes indirectos y las molestias por la interrupción de la vida familiar" del paciente, indica el informe.
La fibrosis quística es una enfermedad de origen genético, crónica, que afecta a diferentes órganos del cuerpo, sobre todo a los pulmones y el páncreas, y que ocasiona una patología evolutiva que no tiene cura.
Los enfermos de fibrosis quística necesitan un cuidado permanente con tratamientos para las complicaciones pulmonares y digestivas, con controles periódicos en el hospital.