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Diez años sin El Tigre| Plaza Pública

Miguel Angel Granados Chapa

Muerto el 16 de abril de 1997, la ausencia de Emilio Azcárraga Milmo conocido como El Tigre, quedó marcada anteayer por los contactos de sus herederos y de Televisa, el imperio que contribuyó a construir, con el cielo y con la tierra. El abad emérito de la Basílica de Guadalupe, Guillermo Schulenburg, retirado de su cargo por una mezcla de teología y finanzas, ofició la misa de recordación. Y poco después del servicio Emilio Azcárraga Jean acudió a una comida de empresarios de los medios de comunicación con el presidente Felipe Calderón.

Poco antes de su muerte, el tres de marzo, Azcárraga Milmo nombró a su único hijo varón como presidente y director general de Televisa, pero lo acotó al no designarlo al mismo tiempo presidente del consejo de administración. El estilo personal de El Tigre –una dirección fuertemente centralizada— y las dificultades del entorno económico y financiero tenían a su consorcio en muy mala posición, con pérdida de casi 600 millones de pesos en 1996 y baja en la cotización de las acciones por la enfermedad de Azcárraga Milmo. Su heredero, además, lo fue sólo parcialmente, por lo que desde una débil posición accionaria, a sus 28 años de edad tuvo que reconstituir la posición dominante de su padre en Televisa y al mismo tiempo recomponer la situación del consorcio. Diez años después, el mayor integrante del duopolio de la televisión gana más dinero que nunca y ejerce un poder de hecho que se funda en pero va más allá de las relaciones personales de sus directores.

Al evocar con nostalgia, desde la perspectiva del viejo régimen, la figura de Azcárraga Milmo, Juan Bustillos (un periodista a quien el priismo benefició con la propiedad de la revista Impacto, que ahora edita además un diario con presencia aun más tenue que la del semanario) recordó la simbiosis del Gobierno y el PRI con Televisa, expresada en la persona de Rafael Reséndiz, que preside el consejo de administración de la editora de esa revista y ese periódico. El 17 de agosto de 1992, poco después de que Luis Donaldo Colosio pasó de presidir el partido gubernamental a fundar la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), dirigió al “querido Emilio” la siguiente comunicación:

“En conversación reciente con el Señor Presidente, me informó de tu deseo de que Rafael se reincorpore a Televisa, para así contar con un enlace de confianza y eficiente con el Gobierno. Rafael, como tú sabes, es de gran valía para la Secretaría en general y para mí en lo particular. Hemos llegado a desarrollar no sólo una magnífica relación de trabajo sino de amistad profunda.

“A la vez, no puedo dejar de reconocer el gran apoyo que ha significado para mí el que me lo hayas ‘prestado’.

“A tu petición, no me puedo negar.

“Lo único, mi estimado Emilio, es que te suplicaría que nos dieras tiempo a que pase este periodo de transición y podamos consolidar la Sedesol, donde el trabajo de Reséndiz es toral. Te ruego que nos des un poco de tiempo para que el cambio se dé. Me hubiera gustado comentar esto contigo antes de tu viaje. Sin embargo, espero poder verte pronto después de su regreso. Un fuerte abrazo”.

Reséndiz, que actuó como eficaz funcionario de información y relaciones públicas en el Gobierno, se apartó de la función pública tras la caída de Jesús Silva Herzog de la secretaría de Hacienda en 1986. Ingresó entonces a Televisa, que lo “prestó” a Colosio. Con él, Reséndiz fue secretario de información y propaganda del comité nacional priista y después oficial mayor de la Sedesol, momento al que se refiere la carta. La espera solicitada por Colosio se prolongó, pues Reséndiz continuó en su puesto aun después de que su jefe se convirtió en candidato presidencial, pero en efecto volvió al consorcio televisivo como vicepresidente de información y comunicación.

Poco después de la muerte de Azcárraga Milmo el entorno político del que se había servido y a que había servido comenzó a cambiar. En julio de 1997 el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y el PRD ganó con Cuauhtémoc Cárdenas el Gobierno del Distrito Federal –el mismo Cuauhtémoc Cárdenas al que Televisa había querido infamar en 1988, entre otros lances, mediante una entrevista de Jacobo Zabludovsky con presuntos medios hermanos del candidato opositor. Azcárraga Jean que había resuelto abandonar el estilo de mando que caracterizó a su abuelo y a su padre y había nombrado vicepresidentes a amigos eficaces con quienes compartía la dirección de la empresa, supo acomodarse a las nuevas condiciones, especialmente a las que imperan en México desde 2000, cuando Vicente Fox ganó la Presidencia.

Si su padre hacía favores al Gobierno, Azcárraga Jean y su equipo los demandan para su empresa de modo imperativo. Nada ilustra mejor la relación vigente entre Televisa y el gobierno que la escena en que Bernardo Gómez, “hermano” de Azcárraga Jean como él lo llama, su principal lugarteniente, besa la mano de Marta Sahagún, símbolo del entendimiento que ha permitido a Televisa contar con reglamentos y legislación hechos a la medida de sus intereses.

El noticiario de López Dóriga dedicó anteanoche unos minutos a la misa luctuosa, en que hablaron los Azcárraga Jean y los vicepresidentes de la compañía. Fue más lucido o al menos más prolongado, el señalamiento ante las cámaras de los diez años de presidencia del tercer Emilio, al comenzar marzo. Después de intensos reajustes de personal y de pujas a veces enojosas por la tenencia accionaria se mostró que Televisa vive sin El Tigre.

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