Discos gratis... la mejor ¿solución?
Internet, patrocinios o regalar CD son la nueva opción para dar a conocer la música de los creadores a falta de venta de discos.
MÉXICO, DF.- La transformación de la industria discográfica es inminente. Encontrar alternativas para hacer llegar la música al público es imperativo y los primeros esfuerzos han generado polémica entre los involucrados. Los nuevos canales de distribución del trabajo de los músicos implican pérdidas para disqueras y distribuidores, pero beneficios para los artistas.
Los primeros pasos se han dado: poner discos a disposición de la gente en Internet es una vía, regalar los discos en periódicos y buscar “mecenas” que patrocinen tirajes de discos que se regalan a la gente son, por lo pronto, tres posibilidades que han descubierto los músicos que apuestan a sobrevivir de los conciertos y no de la venta de discos.
Las disqueras buscan sus propios métodos de venta, nadie asegura su desaparición, pero sí urgen a enfocar esfuerzos para ponerse al día. En el reporte 2007 sobre música digital de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, por sus siglas en ingles) se afirma que en 2006 las ventas de música digital casi se duplicaron en el mundo y alcanzaron dos millones de dólares en ganancias, la tendencia marca que en 2010 un 25% de la música vendida será digital.
En 2006 el número de descargas aumentó 89% respecto a 2005 y el número de canciones disponibles en Internet se ha duplicado por arriba de los cuatro millones y resalta un dato: la mayoría de los dueños de los 120 millones de reproductores digitales (como los iPod) compra música legalmente.
Pero las cifras contrastan con el caso del grupo inglés Radiohead, que ya encendió los focos amarillos entre quienes buscan nuevos caminos para acercar su música a la gente. El grupo de Thom Yorke tuvo la iniciativa de poner a disposición de los fans su disco In Rainbows en la red, antes de lanzarlo en las tiendas, a un precio justo: lo que la gente deseara pagar por él.
Había optimismo. La banda inglesa esperaba recibir por lo menos 5.7 euros (alrededor de 95 pesos) por descarga, pero en promedio se pagaron cuatro euros (unos 65 pesos). El asunto no pasaría a mayores si no fuera porque más del 60% decidió no pagar ni un sólo centavo.
En México, los músicos han echado a volar su creatividad. Alonso Arreola (La Barranca) lanzó su proyecto solista Música Horizontal, uno de los primeros discos gratuitos en México. Arreola hizo una ecuación simple: el costo de maquila de 10 mil discos lo dividió entre el número de canciones y buscó un “mecenas” por cada tema que pagara la producción. La intención fue colocar entre “gente realmente interesada” un tiraje de 10 mil discos, cifra difícil de vender en poco tiempo y en canales “normales”, para que su música “llegue a quienes deba llegar en realidad”.
Un camino similar eligió el señor González con su disco El Grao, para el cual diseñó un esquema de patrocinios: hizo el disco, por cada mil copias buscó cuatro patrocinadores de todo tipo (desde páginas de Internet y librerías hasta un distribuidor de cemento). “Como sistema de distribución de música es eficaz, la música que hago está en manos de más gente que en la manera convencional”, señala. En casi seis meses ha logrado colocar más de diez mil copias. “Veo al disco como un artículo de promoción, más que un producto para vender”, comenta González, quien espera capitalizar la promoción con el inicio de su agenda de conciertos. “Por lo pronto el primer paso está bien dado”, afirma.
El guitarrista Alejandro Otaola (Santa Sabina, La Barranca) afirma que los músicos no pueden regalar su trabajo. “Hay gastos económicos y personales que deben cubrirse en el costo de un disco. Lo cierto es que la música no cuesta ni los diez pesos que ofertan los piratas, pero tampoco los 200 que se pagan en las tiendas. Hay que tratar que se vuelva a recuperar el valor de la música y la gente la aprecie”, explica el guitarrista, que al lanzar su disco Fractales fue cuestionado por fanáticos si lo ofrecería de forma gratuita: “Va a ser barato, no gratis”, fue su respuesta.
José Manuel Aguilera, líder de La Barranca, se muestra inconforme con esta manera de distribuir un trabajo artístico. “A mí se me hace ca... regalar un disco, cuesta mucho trabajo y dinero hacerlo, tengo la impresión de que a la gente, si le regalas las cosas, no las valora tanto”, señala. Reconoce además que los motivos de esta forma de producir discos es ir en contra de la industria, pero a muchos creadores sí les interesa que ésta se mantenga. “Ojalá que la industria no sea un cadáver, espero”, menciona Aguilera.
Los puntos de vista respecto al fenómeno se dan en un marco donde en el primer trimestre de 2007 se han realizado seis millones de descargas de música digital en México, que equivale a más de 65 millones de pesos -según cifras de Amprofon- a pesar incluso, que según estimaciones de este organismo, señalan que un alto porcentaje de la música digital se descarga de manera ilegal y la mayoría de los usuarios tienen edades entre los 12 y 25 años con poder adquisitivo suficiente para pagar por ella.
Andrea Echeverri, vocalista del grupo colombiano Aterciopelados se detiene en este punto, el económico. “En Colombia el sueldo mínimo es de 400 mil pesos y un CD vale 40 mil pesos. No vas a gastar el 10% de tu salario en un disco, no tiene lógica. Lo que salta a la vista es que hay demasiados intermediarios ganando mucha plata. Nuestros ingresos nunca han estado en los discos, sino en los conciertos, pero el disco es necesario para que los haya”, señala, mientras su compañero Héctor Buitrago alude a los reacomodos de la industria: “Es una época de cambios. Las nuevas generaciones no van a sentir qué significa el cambio de tener el disco físico a no tenerlo, están acostumbrados al formato virtual y las tecnologías”.
Afecta a tiendas y nuevos grupos
La tendencia de buscar nuevos caminos de distribución de la música es mundial. En las últimas semanas grupos de rock como The Charlatans, Oasis y Wilco han anunciado que ofrecerán sus nuevos discos de forma gratuita en internet.
El manager de The Charlatans, Alan McGee, señaló recientemente en una entrevista que la oferta de su disquera no dejó satisfecho al grupo y decidieron responder así a la baja en las ventas del disco-objeto.
“Ningún joven de 19 años compra discos, todo se descarga de forma digital y gratuita. Por cada uno que vendes se sacan otras nueve copias. El futuro está en los conciertos”, explicó. El disco del grupo comenzó su ciclo con el lanzamiento de un tema en octubre pasado y a principios de 2008 el álbum completo será descargable.
Hay un argumento al cual los músicos apelan respecto de estas nuevas formas de distribuir su música: no viven de los discos. Según estimaciones extraoficiales, un álbum cuesta alrededor de 30 pesos al salir de las disqueras y se vende en aproximadamente 150. Los autores reciben dos pesos por regalías, uno va a parar a la editora que lo promueve, mientras los intérpretes negocian una cantidad con las compañías al momento de firmar un contrato bajo el supuesto de no conseguir un número de ventas que permita ganancias a corto plazo, un “volado” que equivale a relaciones tormentosas entre artistas e industria.
Pero Alejandro Otaola señala que el daño afecta a los talentos emergentes. “Las bandas nuevas son las que deben pelear por un pedazo del pastel y no pueden permitirse estos nuevos caminos que han explorado músicos con trayectoria, quienes tienen una base de gente que los conoce y aprecia”, señala el guitarrista.
Aunque el futuro de la distribución de la música es incierto, se descarta que sólo un canal será el adecuado para hacer llegar las canciones a los consumidores. Lo que es un hecho es que las presentaciones en vivo cobrarán su verdadero valor y las compañías discográficas ya lo advirtieron.
Algunos contratos de cantantes ya estipulan que un porcentaje de las ganancias de los shows se vaya a sus arcas bajo el argumento de que pagan la publicidad y hacen promoción para posicionar la imagen del artista.