Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina conquistaron al público duranguense. (Fotografía de Jorge Fernández)
DURANGO, DGO.- La noche de ayer se convirtió en un sueño, una realidad, una fantasía y, definitivamente, toda una experiencia cuando Durango logró, por primera vez en su historia admirar “Dos pájaros de un tiro”.
El viento fue inclemente, el frío intenso, pero ni así el espíritu de los cientos de personas que estuvieron “al pie del cañón” durante todo el recital de Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat, flaqueó ante el objetivo de ser parte del universo de ambos españoles.
Con la música de fondo, los éxitos de frente y la multitud calentando con su energía el lugar, el frío pasó al último lugar de la lista de las preocupaciones de los asistentes que se enfocaron a afinar oído, usar sus binoculares (si traían y estaban muy lejos) y a sentir dentro de ellos ese romance, desilusión, pasión, tristeza y nobleza que sólo Sabina y Serrat juntos logran hacer sentir.
Y el “Flaco” y el “Nano” la hicieron suya para demostrar que no están muertos, que están vivitos y coleando y encima les acompaña el brillo del fénix que renace... Y en eso se pasó la noche... brillo tras brillo, relámpagos, estrellas fugaces y varias tracas finales...
Serrat cantando a Sabina, Sabina cantando a Serrat, los dos cantando su propio repertorio y dúos, muchos dúos y mucha risa y mucha buena onda. Más de dos horas de alegría non-stop o, como bien se dice, sin descanso que cuando uno cantaba descansaba el otro o viceversa o no descansaba nadie y cantaban los dos.