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Disfrutando del Sonido

Luis Demetrio Moreno Calvillo

Sólo hace 10 años

Como ejercicio de ociosidad chequé en Internet cuáles eran considerados los mejores discos de hace diez años, sabiendo de por sí que encontraría al disco OK Computer de Radiohead como el número #1 (aunque personalmente The Bends es el álbum del que todavía estoy enamorado).

Mi sorpresa fue ver todavía una muy buena cantidad de discos realmente estupendos producidos en 1997, previo al desastre que marcó la llegada de las Boy Bands y las Teen Stars.

Es pues el año de 1997, en términos viticulturistas, la última cosecha decente en el mainstream de la música de rock, aunque claro, sin desprestigiar algunas excelentes placas que han surgido en los últimos años. 97 es el año del eclecticismo de Björk en música fuera de este planeta con Homogenic.

El llamado dream pop llega desde Inglaterra con Spiritualized en su cuarto material Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space y Everclear con su disco So Much for the Afterglow.

La electrónica del house progresivo ve a luz en Daft Punk con Homework y los Chemical Brothers que le recomendaban al mundo Dig Your Own Hole.

Portishead enchinaba la piel al escuchar su tri hop aderezado con la melancólica voz de Beth Gibbons en su álbum homónimo.

El brit pop también encontró en el 97 un año crucial al revelar su secreto mejor guardado, Richard Ashcroft y a The Verve en Urban Hymns y a Blur, con disco homónimo que es considerado para muchos fanáticos la verdadera joya de su discografía.

La canadiense Sarah McLachlan, años previos a Norah Jones, componía piezas como Building a Mystery para su disco Surfacing en este especial año.

Aunque tal vez lo mejor de todo fue el genio de cuatro músicos, tres veteranos y uno que falleció cuando su luz más brillaba. Nick Cave con su minimalismo e intimidad en The Boatman’s Call.

Por su parte Bob Dylan inicia una peculiar trilogía en este 97 con Time Out of Mind, lo que lo hace pensar a uno si es que Zimmerman no tiene límites, con un disco tan fresco para alguien que ya no tenía que demostrar nada a nadie desde hace décadas atrás.

David Bowie es el camaleón por excelencia, se junta con el único músico de los últimos 20 años que se encuentra en su misma longitud de onda, Trent Reznor, y crea Earthling, segundo disco de Nathan Adler, su personaje alter ego en esa época, demostrando una vez más por qué para muchos es el músico pop más visionario que pueda existir en la tierra.

Por último el californiano Ellioth Smith, quien lanzaba Either/Or, con canciones tristes de una vida triste con temáticas existencialistas, sobre la muerte y Dios, y que representó el sentir de una generación previa a lo que se le llamara música indie.

Lástima que el mejor alumno de Lennon, quien además era fanático de Kierkegaard, ya no se encuentre con nosotros. disfrutandodelsonido.blogspot.com

luisdemetriomoreno@hotmail.com

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