Navidad
Hoy celebramos La Noche Buena, y aunque es temporada en donde la humanidad, dentro de su inconsciente colectivo, por llamarlo de alguna forma, debe cargar con una fibra de tolerancia y buen animo, parece ser que puede más la presión que provoca la temporada, debido principalmente a cuestiones de marketing, y que por estas razones nos orientemos hacia el lado contrario.
Personalmente yo tuve un conflicto muy serio en la mañana del 24 de diciembre de hace un año con un tipo, que ahora se que se llama Rafael Barraza y que canta en un grupo llamado La Real Sonora, el cual se molestó porque le solicité que moviera su auto de mi cochera de la cual me bloqueaba un espacio, muestra de su pobreza intelectual y espiritual.
El punto es que la música de temporada forma parte de la mercadotecnia de estas fechas, lo que puede provocar rechazo hacia la misma, y más si es interpretada por cantantes convencionales de Televisa o algo parecido. La verdad es que dentro del contexto de estas canciones, que se dividen entre las llamadas canciones navideñas y los villancicos, existen clásicos que interpretados adecuadamente provocan gran emoción y sentimiento, y ¿acaso no es ese el fin de la música? Las canciones navideñas, sin connotación religiosa y relacionadas más a la visión sajona de la navidad, nacen de la tradición europea de interpretar, en temporada invernal, himnos de puerta en puerta, por parte de un pequeño coro, llevando en sus letras un mensaje de fraternidad entre la comunidad.
Los villancicos, que llevan ya consigo la connotación religiosa de la navidad, nacen en la edad media, y aunque en un principio no eran piezas creadas por compositores para interpretarse en celebraciones religiosas, poco a poco se adentraron dentro de un contexto cristiano para convertirse en la música de la iglesia que celebra La Navidad. Las piezas navideñas de connotación religiosa más memorables para mi gusto son Adestes Fideles, pieza en latín anónima que data del Siglo XVIII y conocida por su emotivo coro: “Venite adoremus, venite adoremos”, venid y adoremos, venid y adoremos, “Venite adoremus Dominum”, venir y adoremos al Señor.
La otra sería Stille Nach, Noche Silenciosa, compuesta en 1818 en alemán por el predicador austriaco Josef Mohr y que conocemos en castellano como Noche de Paz. Muy de nuestro contexto nacional pareciera ser Los Peces en el Río o Campana sobre Campana, aunque desconozco cuál sea el origen de estas canciones. Para mí la mejor canción navideña fue compuesta hace 36 años por el músico más famoso e importante del Siglo XX, John Lennon, en la pieza Happy Xmas (War is Over), Feliz Navidad (la guerra ha terminado), cuya letra va mucho más allá de cualquier connotación romántica del simplemente desear una Feliz Navidad no más porque sí, al contrario, se aprovecha del concepto insulso de la Navidad (según el marketing) para ofrecer dos lecturas en la letra de la canción, una es simple: desear Feliz Navidad y Año Nuevo a la raza humana, ya sea a blancos y negros, a rojos y amarillos, como dice la letra de la canción.
La otra se presenta al escuchar en segundo plano un coro de niños cantando entre las estrofas de la canción “la guerra ha terminado”, presentándose de forma inteligente una oda anti guerra y anti odio. Recordemos que es 1971, los conflictos raciales y la guerra de Vietnam resquebrajan la débil sociedad estadounidense, y resulta irónico que los patrones se repitan hasta el día de ahora, si no chequen en youtube lo que encuentran al buscar los videos relacionados con esta sublime canción, himno universal del siglo pasado. Para Navidad l00% recomendable es la colección de 5 EP’s de Sufjan Stevens titulada Songs for Christmas, en especial la clásica pieza What Child is This? Por cierto, no olviden nuestra obligación humana y como sociedad lagunera de apoyar María de los Ángeles Cisneros, Angie.
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