Los focos de alarma se han encendido en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a más de cinco meses de que se realicen las elecciones internas para renovar a su dirigencia nacional.
Los principales grupos internos han destapado ya a sus precandidatos y el jaloneo amenaza con agudizarse luego de las elecciones en Michoacán, programadas para el 11 de noviembre.
La sucesión del PRD estará marcada por varios factores que la complican: la debacle electoral que sufrió ese partido en 2007; el débil y casi nulo liderazgo de Leonel Cota Montaño; la fractura en el Frente Amplio Progresista (FAP); la intervención directa de Marcelo Ebrard en apoyo a Alejandro Encinas y el evidente debilitamiento de la figura de Andrés Manuel López Obrador ante diputados y senadores convertidos en un auténtico poder.
Dos elementos adicionales de conflicto que podrían generarse dentro del partido lo constituyen la posible candidatura del senador Ricardo Monreal Ávila, que significará un revés al intento de su expulsión del PRD.
Y la postulación de Camilo Valenzuela, un hombre de la izquierda radical, que ve a Jesús Ortega y a Alejandro Encinas —quienes aspiran dirigir al partido— como parte de una “burocracia” política que ha “mediatizado” a ese partido hasta convertirlo en caricatura del PAN y del PRI.
Según Guillermo Dorantes, uno de los principales dirigentes de la corriente Red de Izquierda Revolucionaria (Redir), que impulsa la candidatura de Valenzuela, el PRD se encuentra sumido ya en una pugna de poder que adelantó el “choque de trenes” que se preveía para el año próximo.
-Los destapes y la cargada
A fines de marzo pasado, es decir, un año antes de que se realice la elección interna del PRD, Armando Quintero, líder de la corriente Unidad y Renovación (Unyr) destapó a Alejandro Encinas como candidato para la dirigencia nacional del PRD.
En dicho acto estuvieron presentes los delegados de Iztacalco, Erasto Ensástiga; de Magdalena Contreras, Héctor Guijosa, y de Tláhuac, Gilberto Ensástiga. Luego, el 22 de septiembre, con la presencia de Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del DF, Encinas encabezó un nuevo acto para anunciar la creación de un nuevo mega frente de cinco corrientes —hasta el momento— denominado Izquierda Unida, que se enfrentará a la corriente mayoritaria del PRD, Nueva Izquierda, que encabeza Jesús Ortega Martínez.
El 26 de septiembre —es decir, medio año antes de que se efectúen dichas elecciones— Jesús Ortega no pudo controlar las ansias y también anunció su precandidatura, recibiendo el apoyo de algunos miembros de la corriente Foro Nuevo Sol. Los intercambios verbales y discursivos entre uno y otro han sido agresivos y todo indica que la guerra se ha desatado.
“Una izquierda moderna no es dócil ni entreguista”, declaró Encinas el 22 de septiembre. “Los llamados y discursos a la unidad quedan vacuos, quedan frágiles, cuando los que hacen los discursos levantan las hachas”, reviró Ortega cuatro días más tarde, luego de exigir indirectamente a Ebrard “no inmiscuirse” ni desviar recursos para Encinas.
El secretario general del CEN del PRD, Guadalupe Acosta, atizó la confrontación y el 26 de septiembre, cuando se destapó Jesús Ortega, envió un mensaje a Encinas y al jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard.
“A nosotros no nos une el poder de la nómina, sino el poder de las ideas”, en referencia explícita al uso discrecional de recursos del gobierno capitalino para la campaña de Encinas.
La disputa se ha agudizado principalmente en la capital de la República, máximo bastión del PRD, donde las corrientes Nueva Izquierda e Izquierda Democrática Nacional (IDN) trasladaron sus diferencias hasta el seno de la Asamblea Legislativa para discutir el Presupuesto de Egresos del Distrito Federal para 2008. Sin embargo, también hay graves pugnas en Michoacán, Zacatecas y Oaxaca, principalmente.