Cuando, con mucha facilidad, el gobernador Humberto Moreira acusó hace un mes a panistas de estar coludidos con el narcotráfico, llegó tan lejos como cuestionar la lucha contra el crimen organizado debido a la supuesta infiltración en el partido que controla el Gobierno Federal.
Pero el fin de semana el gobernador Moreira debió darse cuenta de que esa facilidad para hacer declaraciones sin prueba alguna se vuelve un búmeran. Es el Gobierno Federal el que está poniendo las víctimas en la lucha contra el crimen organizado que se libra en las calles que los gobiernos locales deberían mantener seguras.
El atentado contra el comandante de la Policía Federal Preventiva en Coahuila, José Luis Hernández Márquez, ocurrido a plena luz del día en una transitada calle de Saltillo, sugiere que el Gobierno Estatal es incapaz de mantener los mínimos niveles de seguridad, que al menos eviten a los ciudadanos quedar en medio de una ráfaga de AK-47.
Qué fácil fue para el gobernador Moreira criticar al PAN, pero su habilidad para la declaración no ha sido correspondida con habilidad en los hechos. ¿Qué dirá el Gobierno Federal, criticado por el gobernador, cuando le balean a uno de los hombres en la capital del Estado?
Cierto, la situación de seguridad en Coahuila es mejor que en otros estados, pero cuando uno de los principales comandantes policiacos en el Estado es abatido a balazos con tanta facilidad, no es sólo responsabilidad del Gobierno Federal.
La facilidad verbal del gobernador tampoco ha sido correspondida con información sobre el crimen del sábado pasado. Ni la Procuraduría de Justicia del Estado ni la Secretaría de Seguridad Pública han dado explicaciones sobre el hecho, sino que han tomado la cómoda posición de referir todo comentario a las autoridades federales, lavándose las manos en un hecho que, si bien fue atraído por la justicia federal, sucedió en las calles de Saltillo.
El Secretario de Seguridad Pública, Fausto Destenave Kuri, ha fracasado rotundamente en su encomienda y el Estado también ha puesto víctimas. Apenas hace un mes y medio, dos mandos de la Policía Estatal fueron asesinados.
Pero Destenave se mantiene en su puesto a pesar de que cierra uno de los peores años en materia de seguridad en la historia reciente del Estado. Los cambios ocurridos en su dependencia son apenas enroques con la misma gente en distintos puestos. El Gobierno Estatal parece completamente rebasado. Ojalá el gobernador Humberto Moreira tome en cuenta esta situación antes de ver la paja en el ojo ajeno.