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Doctor Insulza| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Vaya que es bien pendejo el doctor Insulza. Un verdadero pendejo, de la P a la O”.

Hugo Chávez

tuve ayer la oportunidad de hacerle una entrevista pública, en el marco del Seminario Internacional América Latina: ¿Integración o Fragmentación” a José Miguel Insulza, el secretario general de la Organización de Estados Americanos.

Para muchos mexicanos Insulza no es más que el político chileno que le ganó la batalla en 2005 al secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Ernesto Derbez, por la secretaría general de la institución panamericana. O el que fue insultado públicamente por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el ocho de enero de 2007. Pero quienes realmente conocen la trayectoria del doctor Insulza saben bien la importancia histórica de este hombre.

Integrante del equipo de trabajo de Salvador Allende, se exilió tras el sangriento golpe de Estado de Augusto Pinochet en septiembre de 1973. Vivió en Roma y en México, donde tuvo una brillante carrera académica. Después del retorno de la democracia regresó a Chile, donde fue ministro de Relaciones Exteriores, ministro de la secretaría general de la Presidencia y ministro del Interior. Considerado por muchos un posible candidato a la Presidencia chilena, optó por buscar la secretaría general de la OEA y dejar el camino libre a Michelle Bachelet.

“No lo voy a ocultar, soy un socialista”, dijo Insulza ayer en la entrevista que se llevó a cabo en el majestuoso Foro Universal del Polyforum Cultural Siqueiros. Pero se trata de un socialista moderno, de un socialdemócrata, de un político muy alejado de lo que muchos en nuestro país consideran como los preceptos a los que debe ajustarse siempre la izquierda.

Como otros representantes de la izquierda moderna, como el español Felipe González y el chileno Ricardo Lagos, Insulza es un creyente en la economía de mercado como instrumento generador de riqueza. Al mismo tiempo es un crítico de la visión que mantiene que “el Estado es el problema y no una parte de la solución”. A su juicio, por otra parte, la lucha contra la pobreza no puede tener éxito si no se combate al mismo tiempo la desigualdad y esto no lo puede hacer el mercado.

Sus puntos de vista sobre algunos de los temas más polémicos de la actualidad, sin embargo, no son del agrado de muchos que se consideran a sí mismos de izquierda. Mantiene, por ejemplo, la idea de que la globalización económica es una realidad de la que nadie se puede ocultar.

En la entrevista, Insulza manifestó su apoyo a la Ronda de Doha, la cual dijo debería ser la Ronda de Desarrollo, ya que podría eliminar los subsidios que los países desarrollados le otorgan a su producción agropecuaria. Dijo también que no conoce a ningún país al cual le haya ido mal con un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.

Insulza, que debió vivir en el exilio durante la dictadura de Pinochet y a quien después le tocó como ministro de Relaciones Exteriores chileno pelear en contra de los intentos del juez Baltasar Garzón por extraditar al ex dictador a España para ser juzgado, dijo que los países deben considerar muy bien sus acciones para perseguir los crímenes cometidos durante las dictaduras del pasado.

Si bien expresó su acuerdo en juzgar a personas en concreto por crímenes específicos, manifestó su rechazo a hacer juicios políticos en los que una persona pueda ser procesada simplemente por el hecho de haber pertenecido a un determinado régimen.

Insultado por el presidente venezolano Hugo Chávez, Insulza mostró su talante diplomático al recordar el incidente. “A nadie le gusta ser insultado –señaló— pero espero que ese episodio haya ya quedado atrás”. No cuestionó, de hecho, las políticas de Chávez. Pero dijo que es difícil para Venezuela cuestionar la globalización cuando vende la mayor parte de su petróleo, libre de arancel, a los Estados Unidos y lo refina y distribuye en forma de gasolina en la Unión Americana a través de empresas venezolanas.

Insulza, como lo he señalado, se considera a sí mismo un socialista. No comulga con la idea, tan común hoy, de que en una economía globalizada no hay ya diferencia entre izquierda y derecha. Ve, de hecho, una filosofía de izquierda en un Estado que asume un papel más relevante en el impulso de políticas sociales y en el combate a la desigualdad. Pero reconoce que, como institución, la OEA no puede ser de derecha o de izquierda, sino reflejar los deseos de los países miembros y de influir sobre ellos a fuerza de persuasión.

José Miguel Insulza es un hombre al que debe uno escuchar. No se trata de un político más en un organismo multilateral que ha tenido una historia que no ha sido precisamente distinguida. Es un verdadero estadista cuya visión nos proporciona una radiografía de fondo de la encrucijada en la que se encuentra nuestra región latinoamericana. La semana que viene se exhibirá la entrevista completa en televisión.

TORTILLAS VOLADORAS

Es extraño que un gobernador del Banco de México y especialmente uno con la trayectoria de Guillermo Ortiz, se pronuncie a favor de mantener los controles sobre el precio de la tortilla. En este producto en particular y en las actuales circunstancias, al parece el banquero central no piensa que el mercado es suficiente para moderar el precio de este producto. Se da cuenta, sin duda, de que las presiones al alza de la tortilla no han desaparecido y entiende las consecuencias políticas que un aumento importante podrían tener sobre el resto de la inflación y sobre la economía en su conjunto.

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