No dormir bien provoca que el carácter se vuelva irritable, hay muestras de cansancio y pérdida de memoria.
Aunque el tiempo alcanza cada vez menos, hay que marcar prioridades y dormir debe estar en lo alto de la lista, pues la falta de este descanso se transforma en fatiga e incluso, en enfermedad.
Los daños por no dormir bien y su relación con males como diabetes, obesidad, pérdida de memoria e hipertensión, han sido comprobados con estudios médicos.
Según pruebas realizadas, cuando no se duerme lo suficiente, la temperatura corporal se altera, al igual que el ritmo cardiaco y el sistema inmunológico; no se logra una buena concentración, el carácter se vuelve irritable, hay muestras de cansancio y pérdida de memoria.
Dormir poco ocasiona una mayor producción de ghrelina, hormona encargada de incitar la sensación de hambre. En cambio, hacerlo bien ayuda a fortalecer las defensas, a recuperar energía, mejorar la atención y la memoria, liberar emociones, mantener la temperatura y deshacerse de toxinas.
Aunque dormir es parte esencial de la vida, no existen parámetros que determinen cuántas horas de sueño son las recomendables.
Dormir depende de la edad, los genes y estilo de vida de cada persona. Normalmente, un recién nacido necesita de 11 a 12 horas; un niño, de 9 a 10; un adolescente, de 8 a 9 y un adulto, de 8 a 7.
Una forma práctica de averiguar cuántas horas de sueño se requieren es ensayar durante una semana diferentes horarios de descanso y ver cómo reacciona el organismo.
También, registrar cuántos cafés se toman para estar despierto; cuántas veces se cabecea durante el día o cuántas se pierde la concentración y energía. Si esto ocurre, habrá que dormir más.
Si se tienen problemas para conciliar el sueño, se despierta frecuentemente, se ronca, rechinan los dientes al dormir o se sufre una situación que provoque no hacerlo bien, es conveniente consultar a un médico.