Bajo muchos puntos de vista se puede considerar al Triple Concierto en Do Mayor, Op. 56 como una de las partituras más logradas que realizó Ludwig van Beethoven (1770-1827). Muchos musicólogos consideran a esta obra como una continuación de los conciertos para múltiples instrumentos que habían sido populares cien años antes, otros –como es el caso de Hugo Riemann (1849-1919)- como una manera de revivir a las sinfonías concertantes de la década de 1770. Sea lo que sea, se trata de una obra en la que su compositor superó de manera exitosa el reto de escribir una partitura en la que cada uno de los integrantes del trío de solistas tiene algo importante que expresar. Beethoven logró moldear una complicada configuración de tres instrumentos solistas y orquesta en una forma equilibrada y superó dos difíciles retos. El primero de ellos se refiere a su escala, pues el tema principal debe ser planteado cuatro veces (por la orquesta y por cada uno de los tres solistas), ya que de lo contrario no podría considerarse como un auténtico triple concierto. Es por ello que su primer movimiento es tan largo. El segundo reto se refiere al balance tonal de los tres instrumentos entre sí y de éstos, con referencia a la orquesta. Este problema afecta especialmente al violonchelo, ya que por su tonalidad relativamente obscura correría el riesgo de ser inaudible de no ser porque el gran genio de Bonn, decidió utilizar principalmente su registro más alto, que es el que produce el sonido más potente en dicho instrumento. Esto es una de las causas por las que el violonchelista toma el liderazgo en el planteamiento de los principales temas musicales de esta obra.
Este concierto empieza de una manera impresionante con un sotto voce de carácter misterioso y tranquilo que gradualmente se va expandiendo y que repentinamente alcanza algunas disonancias que preparan un largo crescendo alrededor del cual se construye su primer movimiento; que sucesivamente pasa de la grandiosidad a la ternura, y de ella a la marcialidad, para luego tornarse dramático. Sus violentos acentos y reveladores silencios son típicamente beethovenianos. La complejidad y tamaño de su primer movimiento (que dura prácticamente la mitad del tiempo que toma en tocarse esta obra) contrastan con el segundo movimiento, el cual es de una elegante simplicidad en el que una melodía de serena melancolía nos prepara para el exuberante Rondo alla polacca en que los solistas interactúan de manera espectacular y virtuosa entre ellos. Tal vez uno de los motivos por los que no se escucha con mayor frecuencia a esta importante obra es por el hecho de que requiere de un trío de solistas conformado por un espléndido violonchelista, un excelente violinista y por lo menos un competente pianista. El pasado viernes 19 tuvimos el raro privilegio de escucharlo con la Camerata de Coahuila bajo la dirección del maestro Ramón Shade con la participación del excelente trío Oox, el cual está conformado por el pianista Arturo Nieto, el violonchelista Ville Kivivuori y el violinista Sebastián Kwapisz.
La interpretación que nos brindaron fue realmente buena, Sebastián Kwapisz ejecutó brillantemente la parte del violín –hay que recordar que este músico alguna vez fue concertino de la orquesta– por su parte Kivivuori, si bien es cierto que nos hubiera gustado que produjese una mayor sonoridad, tocó con gran lirismo la parte del violonchelo. En cuanto a la parte del piano, podemos afirmar que Nieto indudablemente se encuentra entre los mejores pianistas de nuestro país.
En la segunda parte del programa se tocó la Sinfonía No. 4 en do menor “Trágica” D.417 de Franz Schubert. Esta sinfonía la empezó a componer en abril de 1818 y la terminó el 27 de ese mismo mes. Se trata de una partitura que aunque muestra una cierta influencia de la música de Beethoven tiene una gran cercanía con el espíritu de Joseph Haydn. El título de “Trágica” le fue conferido, tal vez por su carácter tenso y dramático, por el mismo Schubert.
La interpretación que realizó la Camerata de Coahuila bajo la excelente dirección del maestro Shade del Triple Concierto así como de la Sinfonía Trágica fue espléndida. Una vez más nos dejó impactados el trabajo de los músicos por la calidad con que tocaron estas obras, por las sonoridades que alcanzaron y por los impecables y sutiles pianissimos que lograron. El público aplaudió de manera entusiasta a los músicos, por lo que se tocó a manera de encore el segundo movimiento de la Cuarta Sinfonía de Schubert.
Sin lugar a dudas el concierto del viernes pasado puede ser calificado como uno de los mejores de este año, y es justo felicitar a los integrantes de la Camerata de Coahuila y a su talentoso director por el maravilloso trabajo que realizan.
GLOSARIO MUSICAL:
Crescendo: Vocablo italiano que quiere decir “creciendo”. En música se refiere al incremento gradual del volumen del sonido.
D: Abreviatura que hace referencia al número del catálogo temático de las obras de Schubert que el musicólogo Otto E. Deutsch publicó junto con Donald R. Wakeling en 1951.
Pianissimo: Palabra italiana que se utiliza en términos musicales para indicar sonidos suaves.
Rondo alla polacca: Palabras italianas que indican un “rondo” de carácter polaco. Rondo es una composición musical cuyo tema se insinúa o se repite varias veces.
Sotto voce: Palabras italianas que quieren decir –sotto- bajo y –voce- voz. Es decir en forma de susurro.