En su noveno y penúltimo concierto de 2007, la Camerata de Coahuila ofreció un programa conformado de manera exclusiva por obras de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791). En esta ocasión la orquesta fue dirigida por David Rahn, un joven y distinguido director venezolano.
El concierto dio inicio con el Adagio y Fuga en Do menor K. 546, partitura en la que Mozart rinde homenaje a la música de sus predecesores. Esta obra fue escrita en 1788 y su fuga es una transcripción de una obra escrita para dos pianos cinco años antes y que es un magnífico ejemplo de la genialidad contrapuntística de Mozart. La orquesta ejecutó hermosamente su partitura que es una de las más dramáticas que salieron de la pluma de Mozart.
El concierto para piano No. 20 en re menor K. 466 fue terminado el diez de febrero de 1785 y estrenado por el mismo compositor al día siguiente. Con esta partitura Mozart empezó a recorrer en términos musicales un nuevo camino, pues no sólo fue la primera vez que utilizó un tono menor en un concierto, sino que también contiene una pasión e intensidad que anticipan al Romanticismo. Es por ello que no debe extrañarnos que las únicas cadenzas que Beethoven compuso para un concierto escrito por otro compositor hayan sido destinadas para esta obra. El viernes siete de diciembre el joven pianista Ricardo Acosta asumió el papel solista con gran gallardía y superó con una gran serenidad no sólo las dificultades que presenta esta partitura, sino también las que plantean las difíciles cadenzas de Beethoven. En mi opinión, con su interpretación Acosta ampliamente demostró ser el poseedor de un raro talento, una depurada técnica y excepcional musicalidad que lo ubican entre los más interesantes y prometedores pianistas de nuestro país. Este joven lagunero está destinado a tener una exitosa carrera y a llenarnos por sus logros de orgullo. Al finalizar la ejecución de este concierto para piano, el público ovacionó con gran entusiasmo a los músicos e hicieron salir por lo menos tres ocasiones al director y al solista; y no se apaciguaron los aplausos hasta que Acosta interpretó el famosísimo Preludio en Do Op. 3 No. 2 de Sergei Rachmaninoff (1873-1943).
Después del intermedio, la orquesta tocó la sinfonía No. 39 en mi bemol mayor K. 543, la cual es la primera de las tres sinfonías que el gran genio de Salzburgo compuso en 1788 y por lo tanto data del mismo año de la composición del Adagio y Fuga con que abrió el concierto. Esta partitura fue escrita en un momento en el cual Mozart estaba presionado por preocupaciones de índole financiera, lo cual tal vez ayude a explicar su carácter melancólico.
El concierto fue un verdadero éxito, no sólo por el interesante e inusual programa que tuvimos la oportunidad de escuchar, sino también por la maestría con la que fueron ejecutadas por los músicos bajo la batuta de David Rahn. Esperamos tener de nuevo la oportunidad de ver dirigir a este músico venezolano y tal vez de escucharle tocar el violín pues sabemos que ha realizado una carrera exitosa como intérprete de dicho instrumento.
La próxima semana la Camerata de Coahuila ofrecerá su último concierto de la temporada en un programa en el que se interpretarán obras de Vivaldi, Handel y Beethoven. Y estamos seguros, que será uno de los más interesantes de la temporada.
GLOSARIO MUSICAL
K.: Abreviatura de Koechel, al que le sigue un número del catálogo que Ludwig von Köchel (1800-1877) compiló de las obras de Mozart, el cual las ordena en forma cronológica.
Op.: Abreviatura de la palabra latina opus (obra). El número indica la ubicación cronológica de la partitura con respecto a la producción de un autor.
Contrapunto: Melodía añadida a otra como acompañamiento.
Adagio: Del italiano “ad agio“, que significa despacio. Movimiento musical lento.
Fuga: Fuga es una forma de construcción musical, con un procedimiento de creación y estructura muy determinados. Su composición consiste en el uso de la polifonía vertebrada por el contrapunto entre varias voces o líneas instrumentales.