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El aborto y el debate que no se vio

Jorge Zepeda Patterson

Con el tema de la despenalización del aborto sucede lo mismo que aseguraba la propaganda de la película Alien vs. Depredador: “no importa quién gane, nosotros ya salimos perdiendo” (citado por José Harbin, ilustre bloguero). Y en efecto, el debate que se ha dado con motivo de esta nueva ley deja atrás a una sociedad dividida y en muchos casos ofendida. Más que un debate lo que vimos fue un linchamiento público entre ambos bandos que se acusaron mutuamente de asesinos o fascistas, según el caso.

Los medios de comunicación hicieron muy poco para favorecer un debate civilizado. Por un lado, porque la lógica del raiting o la circulación siempre hace más impactante la difusión de las posiciones extremas. Es más espectacular invitar a dos ponentes radicales para que discutan acaloradamente posiciones irreductibles, que convocar a dos personas inteligentes y tolerantes que puedan entender las razones que llevan al otro a pensar diferente.

El debate entre los radicales de ambos lados suele terminar en descalificaciones e insultos e invariablemente deja la sensación en la opinión pública de que no hay posibilidades de avenimiento en las diferencias, sino saldos en términos de victorias y derrotas, con la consiguiente secuela de odios y revanchas.

Por otro lado, los medios de comunicación también introdujeron su propia agenda. Sea por que su ideología de izquierda o derecha les impulsó a favorecer una u otra posición o simplemente porque se inclinaron hacia donde soplaba el viento de los grupos de poder. Lo cierto es que la televisión nacional hizo una cobertura informativa parcial e interesada.

La distorsión es tan sutil que cuesta verla. En sus noticieros la cobertura ha mostrado aparentemente “los dos lados”: por una parte, la Iglesia, el PAN y los manifestantes de la sociedad civil que se oponen a la legalización del aborto (desde ProVida hasta la Asociación de Abogados Católicos); del otro lado, las declaraciones de los asambleístas del PRD con sus argumentos a favor de la nueva legislación.

En su mensaje parecería que es la sociedad en su conjunto la que se opone al aborto, en contra de los legisladores perredistas. En las noticias transmitidas no aparecen las organizaciones de mujeres y en general de ciudadanos, que defienden el derecho a abortar y que se han expresado intensamente durante semanas. Si alguien llegase de otro país y sólo viera la televisión quedaría convencido que se trata de una imposición contra la sociedad de parte de los perredistas gracias a su mayoría en la Asamblea.

Ninguna palabra sobre el hecho de que, según las encuestas, la mayoría de la población favorece la despenalización del aborto. También es cierto que los asambleístas del PRD hicieron un pobre papel al argumentar los motivos para establecer la ley o para convocar a otros actores sociales con mejores argumentos. Igualmente débiles fueron las razones externadas para rechazar la posibilidad de un plebiscito.

Frente a la posición de fuerza de los asambleístas (somos mayoría y háganle como quieran), los grupos antiabortistas aumentaron su estridencia con mensajes crecientemente radicales y peyorativos. Al final, “la conversación pública” quedó entrampada en la descalificación mutua.

Quizá por ello tenemos que remitirnos a espacios públicos no tradicionales para atisbar “lo que no se vio en televisión” en materia de debate real. El martes pasado Katia de Artigues invitó a un diálogo colectivo en su blog de El Universal. Participaron 8,461 personas y colocaron un total de 510 comentarios. A diferencia de las cartas y telefonemas que llegan a los programas de radio que suelen ser unilaterales, los blogueros avanzan a los largo del día en un diálogo múltiple que se convierte en una conversación crecientemente madura. Si bien la mitad de los comentarios consiste en la típica descalificación de uno y otro lado (“Asesinos vs. Fascistas”), la otra mitad son argumentaciones que intentan convencer, explicar o simplemente enriquecer un diálogo, luego de escuchar la versión de los otros. Mejor aún, a lo largo del día puede leerse la manera en que esta conversación fue modificando o matizando las posiciones originales.

Tal es el caso de Norma: “En lo personal no voy con el aborto, sin embargo respeto la decisión de quien se lo practica pues creo que es en la mayoría de los casos una decisión desesperada”. Por su parte, con similar madurez, Natalia afirma: “Por favor, que no se nos olvide que el debate del aborto, porque dudo que termine aquí, debe ser en términos sociales/ético/morales, no religiosos. No podemos imponer nuestras creencias a todos los demás”.

O la “Vecina”, una de las estrellas del ciberespacio: “Es triste que la discusión trate de plantearse desde el ángulo de que se está convocando a abortar; los que estamos en contra de practicarnos un aborto no vamos a cambiar nuestras convicciones y salir corriendo a un hospital a abortar. Y como yo no quisiera que mis hijas aborten, procuro atender todas sus dudas sobre educación sexual… Las mujeres que deciden abortar lo van a hacer con y sin Ley (así lo han hecho), este es un problema que requiere una solución y los proabortistas dicen que la solución está en la despenalización... Creo que oponerse a la despenalización es válido. Pero desde una postura argumentativa, propositiva, no con amenazas de muerte contra los legisladores. Los que se niegan a despenalizar el aborto tampoco promueven medidas legales que representen un verdadero apoyo a esa maternidad no deseada ni a la integridad familiar”.

Por desgracia este tipo de comentarios no circuló ampliamente en los debates públicos. La lectura de estos blogs muestra al menos dos cosas: que con frecuencia los ciudadanos son más sensatos que los “expertos” y los “militantes” que los medios convertimos en voceros de la sociedad. Y segundo, que han nacido nuevas formas de construcción de la opinión pública, sin mediadores ni gestores, de los que apenas comenzamos a darnos cuenta. Enhorabuena.

(www.jorgezepeda.net)

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