EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El bohío de los Fox

Gilberto Serna

Nada de lo que se diga me hará cambiar de criterio. La familia Fox, Marta y Vicente, son inocentes de la acusación de 10 delitos que se le atribuyen que van desde la concusión (¡gulp!*) hasta el de enriquecimiento ilícito (otro, ¡gulp!). Lo declaro enfáticamente y estoy dispuesto a levantar el brazo mostrando la palma de la mano en un juramento (para lo que valen en este país de ensueño e impunidad) acerca de decir la verdad, únicamente la verdad y nada más que la verdad. Es cierto que durante decenas de años, desde que a Cuauhtémoc le quemaran las plantas de los pies para que mencionara dónde se hallaba su tesoro, nuestra patria ha sido víctima de una horda de voraces saqueadores. Los Fox no son de esos. Son incapaces de tomar un centavo ajeno. La codicia no es parte de sus vidas. Los que le acusan de ladrón, dice Fox: “tendrán que comer chicharrón por que no es así”. Esto no lo entendí muy bien, ¿se refiere a que es sabido que a los traidores (cuídate Lino Korrodi) se les suele dar chicharrón, en el uso de un eufemismo por darles muerte violenta o es una simple expresión pintoresca del autor de las víboras prietas? Creo, en conciencia, que es esto último. A Vicente lo podrán acusar de ratero no de asesino. Aunque si tomamos en consideración a los millones de familias condenadas a la pobreza extrema, cuyos hijos mueren por inanición, algunos desorientados dirán que Fox “le amarró la pata a la vaca”.

Mienten Anabel Hernández y Arelí Quintero al decir que hay barruntos de corrupción del clan Fox-Sahagún. Puede ser, no lo pongo en tela de duda, que hayan documentado, al escribir su libro “La familia presidencial, el Gobierno del cambio bajo sospecha”, que hubo una insólita transformación de tierras áridas en una próspera hacienda. Si así fuera nadie, en sus cinco sentidos, hubiera permitido que se publicara en una revista de circulación nacional un relato gráfico de sus fastuosas, opulentas y pomposas propiedades. Menos aún que hubiera sido propiciado por ellos mismos “para burlarse de todos los mexicanos”. No se les olvide que somos un país de leyes. El que la hace la paga. Nadie escapa al largo brazo de la justicia. Tarde o temprano el criminal es atrapado. Y que ante el imperio de la Ley todos somos iguales. Eso dicen. Él se defiende aduciendo que “aquí he vivido, vivo y viviré porque no tengo nada que esconder”. Lo creo ciegamente. Él no es capaz de mentir. -Bueno, excepto cuando aquello de comes y te vas-.

Que prometió hacer crecer anualmente la economía mexicana en 7 por ciento para lo, cual durante la campaña, entregó un sobre que aparentemente decía como lograrlo, muy de acuerdo a sus luces, no fue otra cosa que un gambito pues la hoja estaba en blanco. En lo que cabe decir actuaba correctamente pues esa cosa de los números no es su fuerte, salvo cuando se trata de invertir en ranchos. Ahora, al término de su sexenio como presidente, declaró en una entrevista a los medios: “Así le duela a mucha gente somos (Marta y Vicente) personas honestas y decentes”. ¿Porqué, me pregunto, le ha de doler a la gente que sean eso que dice? Lo que dolería es que fuera bribón, sinvergüenza, trácala, desprovisto de toda moralidad. Que siendo presidente y su media naranja encargada de Vamos México, se hubieran aprovechado para enriquecerse saliendo cargados de costales llenos de plata amonedada. Bien, en este momento hago un alto para decirle a sus detractores que un lujoso rancho de “poca”, no demuestra nada, al igual que una golondrina no hace verano. Son unos chismosos, calumniadores e insolentes; ¿cómo se atreven, eh? De otra manera no lo hubieran escogido como co-presidente de la Internacional Demócrata del Centro, nada menos que en Roma, Italia y recibido en audiencia privada por el Papa. ¿Cómo les quedó el ojo? Déjense de pavadas, el ex mandatario es considerado aquí y en el mundo, según los gringos de Chicago, como “héroe de la democracia”.

A propósito, dice y dice bien, según creo, que él y Marta “no han engañado ni robado a nadie”, para luego pedir disculpas a todos lo que ofendió, menos a Andrés Manuel López Obrador. La cosa es que a los lenguaraces les llama la atención que en entrevista en un noticiero televisivo, repita lo que ha venido diciendo una y otra vez, desde que dejó en manos de Felipe Calderón Hinojosa la Presidencia, esto es, que era importante detener a Andrés Manuel. Lo cual tiene a los mexicanos preguntándose si no estará restándole méritos a Felipe, revelando que le debe el ser presidente, al tiempo que establece una especie de lúgubre advertencia para que lo deje en paz, sin hurgar en los hechos delictuosos que se le atribuyen, pues de otra manera él sabe mucho de cómo se fabrica un Presidente.

Por otro lado, hablan de que Fox no tenía ni medio céntimo antes de llegar a Los Pinos, que estaba quebrado, que carecía de dotes de administrador, que no tenía como cubrir la nómina del rancho de aquel entonces. Lo único que procede decir es que si fuera correcto el balance de su gestión empresarial, antes de que llegara a presidente ¿de dónde sacó los recursos para tener hoy, lo que dicen tiene y vivir con tal boato? Perdón por pecar de ingenuo, pero en este país nadie es responsable hasta que, fuera de toda duda, se demuestra fehacientemente. Total, ¿qué querían? Que habitara un bohío hecho de cartones, guacales y ramas, sin más respiradero que una desvencijada puerta al igual que 40 millones de mexicanos que carecen de servicios públicos.

Post Scriptum: ¡gulp!*, dícese de la voz onomatopéyica, con que se representa el ruido que se hace al tragar saliva, recibiendo las glándulas el estímulo exterior de un estado alterado producto de encontradas emociones.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 299775

elsiglo.mx