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El Buen Caldo / DÍAS DE GUARDAR

Daniel Maldonado

Dios es, histórica y cotidianamente, sobre todo, un complejo de ideas engendradas por la bestialización del hombre y por la naturaleza que lo rodea, así como el yugo de clase; ideas que sirven para afianzar la opresión y adormecer la lucha de clases. La impotencia de las clases explotadas en su lucha contra los explotadores, engendra la fe en una vida mejor más allá de la muerte, tan inevitable como la impotencia del salvaje en su lucha con la naturaleza engendra la fe en los dioses, los demonios, los milagros, etc. A aquél que trabaja y padece miseria toda su vida, la religión le enseña a ser humilde y resignado en la vida terrenal y a reconfortarse en la esperanza del premio celestial.

LENIN

Se celebra la Semana Santa, todos los ciudadanos que tienen recursos aprovechan y se retiran a alguna playa; a visitar parientes en otras ciudades; los muchos menos, viajan a otros países, y los devotos que se quedan en la ciudad realizan la ya casi extinta tradición de visitar siete templos además de presenciar el Vía Crucis bajo el abrazo extendido del Cristo de las Noas o en el templo de su predilección, comer los platillos de cuaresma que el bajo salario pueda proporcionarles –el pescado, símbolo cristiano por excelencia, sin ascensión divina habita los cielos de los precios–; visitar centros recreativos para gozar un chapuzón poco refrigerante entre los cientos de bañistas que comparten albercas abultadas o asistir al río o a alguna de las múltiples y accesibles opciones turísticas de la región, o quedarse en la simpleza de disfrutar la sabia virtud de desconocer la esclavitud del tiempo, cheveceando en la casa y dilapidando flojera. Días de guardar en los que la tradición religiosa impera y da pretexto para olvidarnos de la cada vez más infranqueable realidad de egoísmo, pobreza, explotación y desigualdad que, paradójicamente, nutre el espíritu religioso que se festeja y embozala la protesta con argumentos de promesas de mejoría. Días en los que ni el club de fútbol Santos Laguna, –otro dios a su manera, aun con la amenaza del descenso que no sucederá debido a los múltiples intereses económicos que van de por medio sin olvidar el distractor control social incluido– importa tanto como el ejercicio de los rituales.

Se coronan con espinas de olvido las corruptelas en los manejos de las cuentas públicas, se le dan latigazos a los derechos humanos martirizando la verdad sobre los crímenes del ejército, quedan pausadas las ambiciones políticas en la estación dolorosa de la autopromoción, las obras viales inconclusas como un manto sagrado zurcen el rostro sangrante y golpeado de las calles de las ciudades, los festejos elitistas del centenario dejan su semejanza de clase romana poderosa, los gobernantes se lavan las manos, al menos unos días, de la violencia que los blindajes no han podido ni podrán evitar y la participación de los habitantes es cubierta por un sudario sordo en el que las decisiones sobre gobierno, modificaciones de vialidades, arboledas y paseos públicos, entre tantas arbitrariedades, se realizan sin preguntarle a los oriundos afectados si están o no de acuerdo después de crucificar a la opinión pública. Sólo que aquí no habrá tercer día en el que resucite la intervención ciudadana más allá del voto y su comprobable ineficacia por lo que nos quedaremos esperando una segunda venida de algún Mesías en el juicio final a la injusticia. Pero ya no lo atosigaré más con la necesidad de ver la realidad desde abajo del púlpito pregonero de los medios controlados por las empresas y el poder gubernamental. Caro lector, le deseo felices vacaciones, si esta semana es la mayor –supongo que se le llama Semana Mayor porque es la única en la que podemos agrandar el valor de los días y ser un poquito más libres para disfrutar la vida–, le aseguro que ya tendremos muchas semanas pequeñas más para seguir padeciendo nuestro propio vía crucis nacional.

CODA: Y ahora resulta que esta columna ya cumplió un añejo y yo ni cuenta. Al menos brindaré con un sotol a la salud de esta modesta y gratuita, pero no por eso menos petitoria de retribución –aun sin respuesta al bolsillo, por desgracia– columna. Desde finales de marzo de 2006 estas líneas han transitado por la música, la literatura, la política, el arte, la censura, el tono social, el escándalo debido a la denuncia de un grupo religioso extorsionador que ya volvió a la televisión –No tiene la culpa el cristiano, sino quienes lo hacen pastor y le engruesan los ya de por sí abultados vientre y bolsillo– y otros temas misceláneos.

CODA 2: Este sábado siete de abril comenzaré en el Museo Arocena un taller literario, serán cuatro sesiones sabatinas con horario de 12:00 a 2:00 p.m. Queda cordialmente invitado. Informes a los teléfonos 711-25-75 y 716-44-62.

Comentarios, sugerencias, invitaciones al cine y a comer:

ajasgallina@yahoo.com.mx

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