Releyendo a Huxley ?Nueva Visita a un Mundo Feliz ? me encuentro con unos argumentos sobre el miedo como mecanismo de control de masas. Tal modo de manejar a la población lo pudimos atestiguar en los Estados Unidos de Norteamérica, cuando tras los atentados a las Torres Gemelas se incrementaron los programas televisivos y las notas mediáticas que hablaban sobre amenazas de bombas, infecciones enviadas por correo y la peligrosidad de los indocumentados o todo aquél que pareciera árabe. Michael Moore hace un recuento de ese fenómeno en la película Bowling for Columbine. Ahora aquí en México y en La Laguna sufrimos en menor escala, una fragua del miedo como incentivo para la incorporación de las fuerzas militares y policíacas en operativos de supuesto control de armas, narcotráfico y crimen, y digo supuesto porque en realidad los operativos no logran resultados más allá de los consumidores que portan una que otra grapa de cocaína, un ?guatito? o churro para su consumo y bebedores callejeros que son atrapados con las manos en la chela, por supuesto los encargados de los operativos celebran las consignaciones como si de Osiel Cárdenas se tratara. Lo que existe detrás del operativo es la puesta en marcha de un control policial del Estado que podría convertirse en una fuerza represora de probables movimientos sociales, organismos similares a los utilizados en las dictaduras latinoamericanas. Por supuesto que en México los poderes fácticos del narco y las empresas impedirán que se pueda constituir tal fuerza. Hay demasiados intereses en el narcotráfico y muchas implicaciones en altas esferas del poder como lo ha venido documentando la revista Proceso desde hace años. El argumento del miedo con el que se justifican cateos a casas habitación es la posible visita de líderes del narcotráfico a la región dados los programas nacionales de aviso, perdón, búsqueda y captura de jefes de la droga. Los cateos a casas habitación en la vecina ciudad de Gómez Palacio son una muestra de los abusos en los que incurre la fuerza policial so pretexto de cazar delincuentes. Es un foco de alarma el atestiguar que los cateos se realicen cuando la gente que habita los hogares laguneros está fuera de ellos y al retornar a casa encuentran desvalijadas sus viviendas con documentos extraviados junto con fotografías. Lo alarmante es que veamos como comunes tales pesquisas cuando es una cuestión de sentido común que los responsables de la distribución de droga no circulan por las calles y que existe un añejo contubernio entre los encargados de la Ley y los distribuidores. El Siglo de Torreón y otros medios documentaron el año pasado una investigación a raíz de fotografías en los que se captaba a agentes policiales recibiendo extorsión por parte de maleantes. Mientras la violencia y las ejecuciones van en aumento y los ciudadanos vemos la circulación de fuerzas federales por las calles, se suscitan los operativos en distintos puntos de la región con flacos resultados. Debemos tener cuidado con ver como algo normal estos mecanismos de control. El Gobierno Federal encabezado por Felipe Calderón mostró que su línea a seguir es el neoliberalismo creador de pobres y represor, manifiesto en el aumento al salario y al presupuesto militar en lugar de paliar las fuertes necesidades que tiene la población en diferentes materias. Debemos tener cuidado con ver como algo normal la institución de fuerzas vigilantes federales en operativos, patito que más que un florecimiento de la protección al ciudadano es una puesta de escena en la que los últimos aprendidos serán los verdaderos distribuidores y comercializadores de la droga. Una de las soluciones al problema del narcotráfico es la despenalización y regulación de la venta de narcóticos, lo que convertiría a México en un país similar a Holanda, pero desafortunadamente existen demasiados intereses en las implicaciones políticas y económicas, sin contar los prejuicios y la doble moral, que impiden un respeto al uso de sustancias, una educación real y sin tabúes sobre los efectos no satanizados de las drogas y su diferenciación con las drogas lícitas.
CODA:
Por algo el poder de la palabra ha sido censurado desde hace mucho tiempo. Recibí información sobre mis dos columnas anteriores en las que desgajo los ritos cristianos y de masas y el abuso económico de los líderes de tales asociaciones, incluso la probabilidad, remota, de sufrir alguna represalia, por lo que si llega a suceder ya saben a quién adjudicar la responsabilidad. El motivo de mis críticas y análisis del fenómeno fue debido a una cuestión personal, no hay nadie detrás de mis argumentos ni de la decisión de contenidos de esta columna. Como luego dicen, todo argumento es responsabilidad del autor. Le invito a que me escuche todos los jueves entre 9:00 y 10:00 de la mañana por el 1380 de Amplitud Modulada en el programa La Primera Piedra, allí tengo un segmento con recomendaciones literarias. Lo repito: el conocimiento es poder, la verdad nos hará libres.
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