Feliz año, si es que eso es posible
Sé que los buenos deseos y las expectativas altas, medianas o bajas son la costumbre en las postrimerías del año. Me encantaría desearle feliz año, decirle que espero que la bonanza le acompañe y toda esa retahíla de optimismo alucinante enlazado a los últimos días decembrinos, pero, pesimista -optimista informado- como siempre, le daré unos datos sobre la brutalidad (sí, sé que el término suena rotundo y exagerado, pero así será el 2008: un año brutal) con la que nos recibirá enero. De hecho ahora padecemos los primeros golpes de lo que se augura como un periodo aún más desastroso para los mexicanos.
¿Con qué empezar? Con la pausa en la aprobación de la reforma judicial que hará de los ciudadanos de a pie víctimas muy probables de abusos y excesos por parte de la policía. Se supone que hasta febrero se ratificará, pero desde ahora sabemos que nuestros protectores son nuestros bestiales verdugos. La indefensión ante el poder queda constatada no sólo con el fallo del caso Lydia Cacho. Si uno se informa un poco, se puede dar cuenta que el chachalaqueado estado de derecho es un mito más entre tantos que barnizan la mente del mexicano promedio. Sicatsa, Pasta de Conchos, Atenco, Oaxaca, Acteal, por mencionar los casos más sonados, junto con violaciones constantes a los derechos de actores sociales a lo largo del territorio mexiqueque, son muestras recientes de cómo el gobierno sigue su actividad represora pulida y especializada. Una guerra sucia constante que ha recubierto con oscuridad y desagravio la historia mexicana. Y eso que, se supone, la Constitución –pobre, mancillada y requeteparchada Constitución- garantiza los derechos de los ciudadanos a permanecer en su casa como espacio último de libertad.
De narcotráfico ni hablar se puede. Las relaciones entre política, narco, iglesia, policía, ejército y empresarios, permanecen tan bien fraguadas que lo inefectivo de la campaña calderonista en el combate nacional contra el narcotráfico (pretexto para militarizar el Estado contra la protesta social) da muestras constantes de su ineficiencia; y ya sabe que le pondré como ejemplo los militares asesinados a finales de diciembre en Torreón, a medio día, en una de las arterias de tránsito más conflictivo. Sobre el tema sólo le puedo recomendar los libros que ha publicado el periodista Ricardo Ravelo; pero mejor ahí le paro porque hay que ser marrano pero no trompudo.
Si quiere conocer un estudio amplio sobre cómo estará la alicaída economía mexicana, la revista El Chamuco y los Hijos del Averno número 138, correspondiente al 15 de diciembre; contiene un estudio amplio del economista de la UNAM José Manuel Pérez Ramos, donde menciona datos muy poco favorables para la economía del mexicano promedio: aumentos en la canasta básica; escaladas de precios debidas al gasolinazo; aumentos en luz, agua, electricidad; mayor desempleo y aumento del comercio informal; salario mínimo raquítico (aunque ésa no sea novedad); en fin, desde ahorita ya nos colgaron del “mástil mayor de una embarcación”. El reporte concluye diciendo que el año entrante será sólo positivo para los dueños del capital; y para usted y para mí, otro año de prensarnos el cinturón.
De los derechos humanos mejor ni hablamos. Las minúsculas las tiene bien merecidas desde que la comisión nacional de los derechos humanos ha solapado crímenes y abusos bien difundidos por los medios, y se ha matrimoniado con el gobierno y la impunidad.
En lo local sólo hay que decir que padecemos una inmovilidad y una apatía proverbiales; que nos gobierna el PAN; que el cobro de derecho de alumbrado público seguirá siendo junto con otros cobros, uno de los impuestos que no se ven reflejados en obra social; que el distribuidor vial Revolución será demolido y reemplazado sin consecuencias para los (ir)responsables y que seguiremos bien atizados con la humareda de la droga Santos Laguna.
¿Qué más? ¿Pobreza, hambre, migración, esclavitud; privatización de Petróleos Mexicanos y de la Comisión Federal de Electricidad; militarización de la policía; destrucción del laicismo; reformas fiscal y electoral; libre importación de granos básicos equivalente a la aniquilación del campo, del maíz, frijol, e te ce; explotación sexual infantil; prensa vendida; nula representación del ciudadano en la política; permanencia de los opios del entretenimiento; analfabetismo; apatía generalizada en la población; impunidad en general y para la pederastia clerical; destrucción y depredación ecológica; corrupción; rapiña sindicalista; extinción de México como país libre y soberano? (¿A poco México es libre y soberano? Nah). Habrá que buscar el modo de una mayor participación social porque los cimientos de la violencia siguen elevándose y pronto alcanzarán el techo de la desgracia. Mientras tanto pensemos de manera idealista e ilusa que 2008 será un buen año. Simón, cincho que yes. Sipirilirí.
CODA: En mi columna anticlerical de la semana pasada mencioné que la iglesia es una institución opresora y lo sostengo. Sólo me faltó mencionar que existen casos excepcionales de padres que sí se preocupan por la defensa de los pobres, como el obispo de Saltillo y Samuel Ruiz. De todo hay en la viña del iiñor.
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