Mire, caro lector, yo podría hablarle de la raza y su sometimiento al american way of life aprovechando el doce de octubre; o comentarle de escritores, algunos músicos, cineastas, incluso pintores y demás vericuetos del arte y hasta de la farándula; pero como no puedo dejar a un lado las cosas que pasan en mi ciudad, en mi nación y en el mundo y como tampoco tengo la fortuna (buena o mala) de dedicarme por completo a la creación y sí padezco la realidad como cualquier otro (soy, como dice la voz popular un pesimista: un optimista informado) ahora le hablaré un poco sobre la ecología.
En Torreón y en nuestra nación gloriosa y repleta de recursos la ecología parece ser un rubro que como el bienestar social ha sido talado para extender los campos del bienestar particular y sembrar la bonanza de grupúsculos en las administraciones públicas y en el empresariado que sólo buscan cosechar dividendos para ellos. La Revista de Coahuila en su número de septiembre dedica un alto porcentaje de su contenido para hablar de un problema que aquí retomo (refriteo dirán los mala leche): el arsénico en el agua que bebemos en La Laguna. Le recomiendo consiga la revista. A grandes trazos la situación que informa la publicación es muy muy alarmante. El agua que estamos bebiendo en la región cada vez trae una mayor concentración de arsénico y otros metales, por lo que en el centro de Gómez Palacio, en San Pedro, en Matamoros y en la periferia de Torreón se están consumiendo litros de agua que traerán problemas cancerígenos de riñones, de piel y de vida para quienes la ingerimos. También se menciona como empresas que venden agua supuestamente potable presentan las mismas concentraciones de arsénico. Por supuesto que las autoridades están más ocupadas inaugurando museos de algodón y de la revolución y los ciudadanos (odio el término ciudadanía, que se refiere a la nacionalidad de alguien, no al conjunto de ciudadanos, otro error de lenguaje que han difundido la mala televisión y la radio hecha por ignorantes) permanecen más preocupados por la situación del Santos Laguna que, parece, tendrá mínimo un subcampeonato como obsequio por el centenagrio de la ciudad. Una leve acotación: ¿no sería bueno que se investigaran los manejos de los equipos en la liga mexicana de futbol como sucedió con el escándalo del club del Puebla para conocer cómo se otorgan los trofeos y permanencias en cada campeonato? Pero ni modo, el periodismo deportivo sólo se dedica a repetir cifras y resultados y a chulear al equipo de la Comarca. A qué le tiras cuando sueñas Maldonado. Vuelvo a zambullirme en la ecología.
Ante el crecimiento de la ciudad, los nuevos fraccionamientos que están surgiendo al oriente y el ejército de tinacos que corona cada conjunto habitacional, el futuro en el consumo de agua para la ciudad no se ve nada promisorio, más cuando quienes realizan un consumo mayor de agua son las industrias ganaderas y agrícolas que devoran el agua de los mantos acuíferos sin implementar programas de reposición de los mantos. No se ve la planeación de más plantas de tratamiento del agua; ni la implementación de otros tipos de riego; ni una campaña de concientización del cuidado del líquido; ni estudios respecto al futuro de los mantos freáticos en la región. En fin, la ecología no interesa a las autoridades ni a las personas.
Otra revista que se aleja de la información oficialista y dedica su contenido al problema ecológico es Fragua, una publicación teologal (desafortunadamente sale cuando Dios quiere) que ha tocado el incómodo tema de la metalúrgica esa grandota de la pe roja gigante y los cerros de escoria, la que regala medicamento caduco y ha convertido a la ciudad en la mayor región cancerígena mexicana ante la anuencia de los departamentos federales y municipales de protección ambiental, que ni por intercesión divina revelarán las cifras de niños con cáncer y concentraciones metaleras en el suelo y la sangre de quienes habitamos esta región. (Para envidia de los pseudorockeros de Moderatto los laguneros podemos presumir que gracias a la contaminación tenemos un verdadero corazón de metaaaal ¡yeah men!).
Fragua en uno de sus primeros números informó cómo en la ciudad de Torreón detrás de los cerros, sin ser la rola de Jaguares, la metalúrgica creó un tiradero clandestino que contribuye aún más a seguir contaminándonos. De tal relevancia es esta información que hasta la revista proceso en su edición de la última semana de septiembre incluye un reportaje sobre la contaminación en La Laguna y las implicaciones de la empresota en el encubrimiento de tales crímenes ecocidas.
Habría que mencionar también un reportaje publicado la segunda semana de septiembre de El Siglo de Torreón en que se menciona cómo no se están creando las suficientes áreas verdes en los fraccionamientos nuevos; los planes de deforestación de la Plaza de Armas, que toqué en una columna anterior y la apatía generalizada en lo que se refiere al entorno y la situación ecológica; por ejemplo, se busca una modernización del transporte público pero no se han cambiado las rutas que hacen del bulevar Revolución un camino que concentra las mayores emisiones de la combustión vehicular, pese a que en la vía se encuentran escuelas, universidades, centros deportivos y hospitales.
Existe una necesidad ineludible de crear conciencia y acciones que frenen la destrucción del medio ambiente y de crear una cultura ecológica que competa tanto a las autoridades como a los pobladores de la región. Si permanece el daño a este hábitat en pocos años la Comarca Lagunera será un recuerdo de una región próspera que cumplió poco más de cien años para luego volverse otra ciudad fantasma destruida por la apatía de sus moradores. Aun estamos a tiempo.
Comentarios, sugerencias, invitaciones al cine y a comer:
ajasgallina@yahoo.com.mx