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El Buen Caldo / SALARIOS

Veo en La Jornada una nota sobre las diferencias de los salarios entre el presidente de México y los ciudadanos que ganan el salario mínimo. La brecha es de una multiplicación, según el reporte, de una cantidad de 236 tantos, esto es, el presidente Calderón, el espurio chaparrito pelón de lentes, gana mensualmente 236 veces el sueldo de un trabajador: el presidente pirata se lleva al bolsillo 22950 dolarotes, mientras que 97 dolores mensuales recibe el obrero para no completar su subsistencia ni la de su familia. Entre los trece países que integran la tabla de diferencias, Venezuela es el que inicia la escalada con cinco tantos, le siguen Argentina con ocho y así se la llevan en aumentos de doce, trece, catorce el caballero de España, dieciséis, veintiséis en Brasil, quién da más, treinta y seis por acá en Guatemala, quién da más, treinta y siete pagan en el imperio anglosajón, cuarenta y siete en la antepenúltima fila allá en Nicaragua; y sufre un aumento drástico en Rusia con ciento cuarenta y tres y el gran pináculo es nuestro país con la cantidad aludida. Como siempre la disparidad entre los sueldos de nuestros gobernantes se puede justificar al mencionar que su responsabilidad es mayor, pero si a superior responsabilidad mayor beneficio, debería existir una tasa de aumentos en cuanto a quienes manejan autobuses transportadores de combustible y desechos tóxicos, por poner un tímido ejemplo ?Vea la película El Salario del Miedo, que no es el salario en México, pero el título le va bien?.

Las sentencias quasibíblicas ?Señor no te pido que me des, sino que me pongas donde hay? y ?no vivir del presupuesto es vivir en el error? son muestras idiomáticas de la esperanza en conseguir un cargo público a través del cual manejar cajas chicas que manifiesten los enriquecimientos explosivos de los nuevos partidarios de la alta nómina gubernamental, una esperanza casi tan patente como la de ganarse un premio de La Lotería, posibilidad explotada por la moda a la 01900 y a la que se suma el emporio Televisa con sus Multijuegos. Si en nuestro país las diferencias son muy palpables, estudios como el realizado por La Jornada y el que publica Federico Arreola en la revista de sátira caricaturizada El Chamucho ?publicación quincenal con un costo de 20 pesos, que le recomiendo con creces? deberían ser alicientes para la protesta. En lugar de andar con jaleos de guerreros que no resucitan en la tabla general, y preocupados por cuestiones del espectáculo, los ciudadanos nos deberíamos organizar para marchar contra tales disparidades, tomar edificios gubernamentales y exigir una disminución en los sueldos de nuestros funcionarios y un aumento emergente del salario como el propuesto por el Frente Amplio Progresista el mes pasado, no se diga, para exigir en las empresas explotadoras un reajuste de cuentas nominales y mayores garantías para el trabajador.

Dicen que donde se piensa igual no se piensa mucho, pero para nuestra mala fortuna el pensar es algo que se rechaza y se sataniza, como si el ejercicio de la crítica y la inteligencia fuera una peste que se vacuna vía distracción, esperanzas, fe, agua y ajo. Mientras que la población se pauperiza y la distribución del ingreso sigue quedando en manos de pocos, los ciudadanos vemos cómo aumentan los precios y cómo paulatinamente malvivimos mientras nos representa un secretario de hacienda obeso y el neoliberalismo se convierte en el estandarte de la nueva nación Calderonlandia. Escuchamos noticias frecuentes que diluyen la indignación y nos hacen ver como normales los desvíos de recursos públicos para el beneficio personal y de grupo político, SIMAS no recuerdo, algo así es muy conocido en el municipio de Torreón. ¿Para eso tanta recaudación, tanto impuesto y sanción en permisos de circulación, tenencias y predial? Si al menos fueran listos y robaran a discreción, la ventilación de las pestes tracaloides sería menos indignante, pero ante la pérdida de la capacidad de asombro y la normalidad con la que vemos la ineficacia de los sistemas de justicia, nos enfrentamos a una apatía que germinará explosiones de inconformidad cuando se nos caiga la venda de los ocios. Mientras que frilanceros como su servidor intentamos sobrevivir con chambas por aquí y por allá sin beneficios del mancillado sistema de salud pública; millares de empleados sufren la explotación y el abuso de un sistema económico en el que la privatización y el beneficio empresarial son la norma. Por lo pronto, en lo local, y en este año del Centenagrio ?miren cómo está la ciudad, y todavía se atreven a celebrarla? hace falta una reconstrucción de la conciencia social y la unión que se lograría si no sólo nos preocupáramos por la suerte del Club Santos Laguna, sino por el declive que la región padece. No será por intercesión divina ?el partido contra el América lo demostró? que se resolverán los problemas. Se requiere unidad social YA.

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