No sé si será culpable o inocente, pues sería un atrevimiento juzgarlo sin tener elementos al alcance. Lo que sí es que acaba de ser absuelto de varios delitos por un juez federal. No, no me consta que se haya dejado seducir por la oportunidad de enriquecerse, sin importar lo que hubiera qué hacer, dando paso, en tal caso, a que su alma inmortal se perdiera en el fango. La justicia terrenal lo absolvió. La divina deberá esperarla convencida de que tarde o temprano llegará su turno. Atrás quedaron los días de vino y rosas en que el gozo no le cabía en el cuerpo. No tuvo tiempo de meter en sus pulmones el aire de libertad, siendo levantado en vilo por guardias que sin la menor contemplación lo arrojaron como un fardo en los asientos traseros de una furgoneta policial. Triste destino para quien había sido aclamado por las multitudes, siempre prestas a endiosar a los hombres. Si se me permite decirlo, aun a los más perversos. Su rostro impasible, cual máscara de madera tallada por artesanos de Tlaquepaque no demostraba el remolino de pasiones que en ese instante debería de atosigar su espíritu. La verdad es que su semblante no traslucía emoción alguna dado que, como el vulgo dice, puso cara de palo.
Sin que mediara apenas un minuto, entre cuando salió y volvió a entrar, a lo que la sabiduría popular diría: más tardó en salir que de nuevo ser puesto a la sombra. Su voz se escuchaba proveniente de algún lado, como ventrílocuo de carpa de barriada, sin que se le viera movimiento en sus agarrotados músculos faciales, era tal la rigidez de sus labios. “Miren lo que me están haciendo, me quieren secuestrar”. Sus abultados ojos parecían saltar de sus órbitas, lo cual no sucedió pues cuenta con membranas escleróticas fuera de lo común. Luego declararía a los medios que lo dicho por testigos protegidos en EU son mentiras, que hay otros ex gobernadores señalados en las averiguaciones de la PGR que no fueron investigados, que su desgracia política fue haberse negado a entregar un paquete de contratos de obra pública a Rodolfo Zedillo, hermano del presidente Ernesto Zedillo; reconociendo “se puso a las patadas” con Sansón. En esto creo que le asiste la razón, sin que se prejuzgue si es o no inocente de los cargos que se le formulan, sólo considerando que este México es así, aplicándose el rigor de la justicia con pasmosa arbitrariedad.
Usted podrá establecer si se trató o no de una revancha del régimen zedillista. Hasta antes de Mario Villanueva Madrid ningún gobernador había sido perseguido con tanta saña por la justicia. Hubo el caso de un mandatario en el sureste mexicano que al terminar su mandato cargó con todos sus bartulos, papeles, carpetas y archivos, marchándose a un país extranjero, en los años cincuentas, creo que en el estado de Campeche, regresando transcurrido un tiempo sin que se le haya procesado por una supuesta malversación de fondos. Algo parecido sucedió en Nuevo León con Sócrates Rizzo. Esto tiene su origen en que o bien el Gobierno se ha convertido en una efectiva tapadera o el partido político al que pertenecen no solamente los tolera sino que, por angas o por mangas, se ha constituido en defensor ad líbitum de sus canalladas.
Un ejemplo de antología lo constituyen los casos de los gobernadores del estado de Morelos y del Estado de México. Hubo fuertes indicios de que en Cuernavaca había un trasiego de mercancía ilegal sin que nada se hiciera para instruirle un proceso al mandatario que evidentemente gozó, subido en su flamante helicóptero, del favoritismo del régimen foxista al más alto nivel gubernamental. En Toluca hubo una fuerte tendencia a considerar que hubo un comprobado enriquecimiento indebido del franchute que gobernaba la entidad, con propiedades aquí y al otro lado del océano. Fue debidamente arropado por su pupilo y, en su momento, eximido de toda culpa. Están pendientes Puebla y Oaxaca, quedando como última opción lo que haga el Poder Judicial, que no será mucho. El partido político, al que pertenecen los gobernadores de ambas entidades, ha dejado entrever que la reforma fiscal encontrará un serio tropiezo si se insiste en llamar a rendir cuentas a estos conspicuos personajes. En fin, esperemos que el Ejecutivo no se amilane ante lo que constituyen veladas o abiertas amenazas de descarrilar su programa de Gobierno en materia hacendaria, pues sería fatídico para Tirios y Troyanos que se fuera indulgente con quienes han traicionado los ideales de una Nación, perdonándoles lo imperdonable.