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El club de Toby

Gilberto Serna

Quizá por lo trivial es el caso más enigmático que se haya aireado en la prensa en muchos años. Un ciudadano de origen chino, naturalizado mexicano, en cuya residencia se encontró gran cantidad de billetes apilados que, una vez contados, dieron un monto se 207 millones de dólares, parte de los cuales, dice, se los dio a guardar uno de los hombres que participó en la campaña a Presidente, en una versión que, a primera vista, parece inverosímil y ridícula, con detalles que parecen sacados de un novelón de policías y ladrones, llevada al cinematógrafo ni más ni menos que por Juan Orol, allá por los años cuarenta. Los personajes que este cineasta interpretaba en el celuloide eran risibles por sus fanfarronadas. Esa frase de coopera o cuello, suena igual a la que usaba el artista Juan, cuando ordenaba “arriba las manos”, mientras blandía amenazante una metralleta Thompson de cilindro, que provocaba, en la simplona audiencia de aquellos años, una carcajada que debió haberse oído hasta el continente asiático.

Él se llama Zhenli Ye Gon, el que declara, muy formal, que fue obligado a recibir 205 millones de dólares en bolsas de lona, para conservarlos en su residencia de Las Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México. Dijo en entrevista con una agencia de noticias en Nueva York que la mayor parte del dinero pertenecía al Partido de Acción Nacional. La cosa es que antes, semanas atrás, su casa fue cateada por agentes de la Policía quienes encontraron en un cuarto la cuantiosa suma. Agregó que funcionarios de ese partido político amenazaron con matarlo si no se quedaba con el dinero, que posteriormente sería gastado en una campaña política. Según dice, le arrojaban carteras y más carteras repletas de billetes verdes que displicentemente almacenaba en el interior de su casa. Lo más insólito de esta historia es que el partido político contestó como si le hubieran atribuido una conducta cierta y verdadera y no una fábula sin pies ni cabeza, una historia tan absurda a la que un Gobierno serio no le prestaría ni diez minutos de atención. En el video que pasó por televisión se ve al señor Ye Gon pasear tranquilo por las calles de la Babel de Hierro, sin que parezca inquietarle que la Interpol, “de más de 180 países”, lo busque para dar cumplimiento a una solicitud de entrega que formula el Gobierno mexicano pidiendo se le arreste en donde sea localizado. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, es tan, pero tan incoherente, tan disparatada, tan boba, la denuncia que hace Ye Gon, que por eso mismo debe entenderse que su autor algo quiso dejar entrever, al hacerla pública. Su abogado en la tierra del Tío Sam dice ahora al Gobierno mexicano que interceda por su cliente “antes de que sea tarde y por el bien de todos”. ¿Tarde para qué? ¿Qué maldad acecha a todos? ¿Es una baladronada más?

Ante eso, cabe presumir que hay algo más de lo que se ha dicho. Cuidado. Debe sopesarse que el montón de dinero asegurado da lugar a creer que hubo un consorcio del que, hasta ahora, sólo aparece Shenli que es quien da la cara, aunque se afirma que han sido aprehendidos 13 de 27 que conformaban su red criminal. Es mucho dinero para creer que lo manejaban unas cuantas personas. Lo correcto sería suponer que detrás hay toda una organización, comprendiendo burócratas corruptos y altos personajes del mundo de la política. El dinero asegurado puede reclamarlo el PAN ya que hasta ahora no se sabe más que lo dicho por un oriental socarrón, de que la suma le fue entregada por personas de ese instituto político. En fin, esto aun guarda sorpresas, no lo dude y como hay un misterio que resolver, ante el cúmulo de descabelladas declaraciones, a favor y en contra, tanto del honorable caballero como de personas de azul que caen en el garlito al contestar la acusación, a Manuel Espino Barrientos, presidente del PAN, debería ocurrírsele llamar al pequeño investigador de tiras cómicas de antaño, un niño llamado Toby, en cuyo club no se admitían niñas, el que, transformado en la mítica Araña, resolvía entresijos jocosos.

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