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El comentario de hoy

Francisco Amparán

A fin de cuentas, Hugo Chávez cumplió su amenaza, y a partir de la medianoche del domingo dejó de emitir la televisora privada Radio Caracas Televisión (RCTV), la más antigua de su clase en Venezuela. El Gobierno chavista se negó a renovarle la concesión, y de esa forma ese importante escaparate de la vida pública de Venezuela quedó fuera del aire.

Así, el delirante y bongosero presidente de la República Bolivariana ha acallado una de las principales voces de la oposición a su régimen. Y le ha asestado un golpe muy fuerte a los tenues equilibrios y balances que apenas existen en la sociedad venezolana; cuya estabilidad está cada vez más deteriorada a consecuencia de los radicalismos del régimen.

El Gobierno venezolano no intentó disimular qué había detrás de la no renovación de la concesión a RCTV. De hecho, algunos miembros del Gabinete instaron a la población a festejar el cierre de la televisora, alegando que se estaba recobrando la soberanía popular. Qué tiene que ver un canal privado de televisión con la soberanía del pueblo venezolano se me escapa por completo. La verdad, cuesta trabajo seguir la lógica de Chávez y sus capitostes.

En todo caso, la salida del aire de RCTV es el más reciente y notorio ataque del Gobierno chavista a una de las libertades elementales de toda sociedad democrática: la de expresión. Y pinta todavía más negro un panorama que ha venido ensombreciéndose desde la última reelección del ex golpista.

Y es que, reforzado por los altísimos precios del petróleo, su indudable carisma popular y lo poco que le importa la opinión pública extranjera, Chávez ha ido tomando medidas cada vez más radicales en pos de la creación de lo que él llama “socialismo del Siglo XXI”. Por supuesto, muchas de esas medidas son ataques directos a algunas de las más esenciales libertades. Con ello, Chávez está pavimentando el camino hacia un autoritarismo cada vez más pleno, en el que su reelección indefinida se encuentra como objetivo evidente. Muchas de las acciones de Chávez no son socialistas ni mucho menos; simplemente sirven para cimentar su control, cada vez más omnímodo, sobre las instituciones de Venezuela.

Y aunque hubo numerosas muestras de apoyo a RCTV procedentes de todo el mundo, era poco lo que podía hacerse en la realidad. De manera tal que no hubo más que presenciar con impotencia cómo se censuraba de manera descarada a un medio de comunicación de gran historia y prosapia.

Ante tal impunidad, ¿cuál será el próximo paso de Chávez? ¿Quién es el siguiente blanco en su lista de enemigos a liquidar? ¿Y cuánto tiempo podrá mantenerse un estado de cosas que se aproxima notoriamente a una dictadura tropical? De cómo se respondan esas preguntas quizá dependa en buena medida la salud y persistencia de la democracia en América Latina.

PD: Nos vemos hoy a la 7 en el Tec para oír a Juan Villoro charlar sobre literatura y futbol.

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