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El comentario de hoy

Francisco Amparán

Dicen por ahí que dependiendo del vecindario son las malas mañas que se le pegan a uno. Y parece que algunas cosillas de nuestros vecinos se le adhirieron de más a nuestro... ¿cómo lo llamaremos?, Primer Mandatario Previo, Vicente Fox.

Y es que, a últimas fechas, Fox ha enriquecido su proverbial torpeza con elementos tomados de al otro lado del Bravo. Y como suele ocurrir con el hombre de las botas, esos elementos ni han sido bien digeridos, ni forman parte de la idiosincrasia nacional, que tan delicada es en cuanto a las formas.

Por ejemplo: según la tradición norteamericana, todo aquel que ha sido residente de la Casa Blanca será llamado “Presidente” el resto de la historia, esté vivo, muerto o desaparecido, apreciado o en desgracia. Vaya, a Nixon lo siguieron llamando “Presidente” hasta en su funeral. De manera tal que no es raro encontrarse con que, en ceremonias protocolarias importantes, estén presentes cuatro señores que son llamados con ese título.

(Y por lo pronto, no más de cuatro; con la reciente muerte de Gerald Ford, México tiene al fin un rubro en el que supera a Estados Unidos: en número de Antiguos Jefes de Ejecutivo; nosotros padecemos cuatro, ellos tres).

El asunto es que ése es rollo de ellos. Acá nosotros siempre hemos llamado “expresidentes” a quienes abandonaron, más a la fuerza que de buena gana, Los Pinos.

De la misma manera, es costumbre norteamericana que el presidente que deja de serlo monta una campaña de recolección de fondos para crear una biblioteca, generalmente en su lugar de nacimiento o residencia, en donde se guardarán documentos y testimonios de su paso por la historia. Esa biblioteca presidencial es su herencia para la posteridad y en donde podrá estudiarse por qué tomó las decisiones que tomó.

Pues bien, ahora resulta que Vicente Fox insiste en que se le siga llamando “Presidente”; y en crear algo parecido al concepto de la biblioteca presidencial norteamericana. Sólo que, siendo de quien es el recinto, de un admirador de José Luis Borgues, creo que va a ser una biblioteca sin libros. Pero con muchas figuritas de porcelana, de las que se saca uno en los aritos de la feria. Eso sí.

En su defensa, Fox alega que nadie habla del “expresidente Benito Juárez”, ni el “expresidente Madero”. Es cierto. Pero la cuestión es que ambos próceres ya tienen buen rato tocando el arpa junto a San Pedro. Sí, incluso Juárez, que era tan católico como podía serlo un liberal nonacentista.

Además, la noción de crear una especie de Museo del Sexenio, la verdad, nos da tirisia. Porque si empezamos con esas malas costumbres, ya sabemos a dónde llega la egolatría, la incontinencia y la desmesura de nuestros gobernantes, tan malos como son para autoevaluarse.

Así que, señor expresidente Fox: mejor ya no le mueva. En seis años ya era para que hubiera aprendido a conectar el cerebro con la boca antes de abrirla.

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