El pasado lunes apareció en el Washington Post un reportaje bastante interesante cuyo contenido nos atañe a todos los mexicanos preocupados por la suerte de los millones de inmigrantes ilegales en Estados Unidos, cuyo destino empezará a ser debatido en el Capitolio en estos días.
El reportaje hablaba de un joven de 21 años llamado Jonathan, quien llegara con sus padres a EUA, procedentes de Ecuador, cuando él era niño. A Jonathan le andaban coqueteando los reclutadores de varias ramas de las Fuerzas Armadas norteamericanas y ello por una razón muy sencilla: los militares de Estados Unidos están sencillamente desesperados porque no ven cómo alcanzarán las cuotas de reclutas necesarios para sostener el esfuerzo de guerra en Irak y Afganistán. Dado que las Fuerzas Armadas norteamericanas se constituyen con voluntarios y la nueva generación joven ya no se traga tan fácil la vaina del patriotismo y la lucha contra el terrorismo, se prevé que este año habrá 30 mil vacantes no llenadas en el aparato militar americano. Así que los reclutadores le hacen la lucha a quien sea con tal de llenar esos huecos. De hecho, han bajado los estándares de muchos requerimientos, aceptando ahora a gente con bajo nivel escolar o que tiene antecedentes penales menores.
Por eso Jonathan, el muchacho de ascendencia ecuatoriana, era una joya para los buscadores de prospectos: había egresado de preparatoria, nunca había tenido problemas con la Ley y en todos los exámenes sicométricos y físicos salía avante. El único problema es que tanto él como sus padres son ilegales: no tienen papeles ni número del Seguro Social. De manera tal que los reclutadores tuvieron que empacar sus bártulos y buscar mejor fortuna en otro lado. En un momento en que hay escasez de reclutas, Jonathan fue abandonado como prospecto por su condición de ilegal. Más aún: él sí quería enlistarse y pelear por su patria adoptiva... lo que muchos que en ella nacieron no estás muy dispuestos que digamos a hacer.
Por supuesto, tradicionalmente en tiempos de guerra los países no se ponen muy quisquillosos sobre el origen de la carne de cañón. Así que algunos políticos norteamericanos están clamando por que se pasen por alto esos detallitos y se forje un agresivo programa de reclutamiento de ilegales, con la promesa, más o menos tácita, de legalizar su situación una vez que regresen de Irak... si regresan.
Otros, en vista de que los chavos americanos no están mostrando mucho entusiasmo por pelear, ya están sugiriendo la creación de una Fuerza mercenaria, semejante a la Legión Extranjera Francesa, que pelearía por los Estados Unidos a cambio de recibir la ciudadanía... de nuevo, si logran sobrevivir cinco o seis años de servicio en la línea de fuego.
Total, que el tema es bastante polémico... pero podría abrir una ventana de oportunidad para los cientos de miles de jóvenes ilegales que por ahí se podrían colar al American Dream. Claro, arriesgando el pellejo y corriendo el riesgo de enfrentar una muerte horrible. Pero algunos de hecho ya lo hicieron... cruzando el desierto de Arizona.