Quizá porque se trató de algo más cercano a nosotros; o tal vez porque el narcisista-leninista Hugo Chávez siempre se las ingenia para robar cámara. El caso es que el cierre de la estación de televisión venezolana RCTV recibió una gran cobertura a nivel mundial. Mientras que otro atentado a la libertad de expresión, ocurrido por los mismos días en otra parte del mundo, pasó prácticamente desapercibido.
Y es que el presidente de Pakistán, el General Parvez Musharraf, ordenó clausurar un canal independiente de televisión simplemente porque no le gustaron las críticas que en él se hacían a su Gobierno. No se trató de la renuencia a renovar la concesión, como en el caso de Venezuela. No. Acá el presidente sencillamente ordenó censurar a un medio que le caía gordo. Y no sólo eso: emitió una serie de decretos presidenciales que le harían más fácil el castigar a los medios que él considerara incompatibles con su muy personal estilo de Gobierno. Pero fue tal el alboroto que se armó, que de esta última acción tuvo que echarse para atrás. Sin embargo, quedó en evidencia que uno de los protagonistas clave de la mentada guerra contra el terrorismo es un autócrata autoritario.
Pakistán es el segundo país con más musulmanes en el mundo; el único de ellos que tiene armas nucleares; y es vecino de Afganistán, Irán y la India... un vecindario muy incómodo y que tiene la propensión de incendiarse con mucha facilidad.
Aunque no ha sido muy entusiasta en lo que a perseguir terroristas se refiere, Musharraf le ha dado por su lado a Bush lo suficiente como para que éste lo considere un aliado importante.
Es por ello que los Estados Unidos han apuntalado en lo posible al régimen de Musharraf. El problema es cómo vender la idea de que la hiperpotencia está comprometida con promover la democracia en el mundo musulmán, si apoya a un dictador en ciernes como el presidente pakistaní. Además, resulta evidente para cualquiera que el experimento “democrático” iraquí se está cayendo a pedazos.
Así pues, los Estados Unidos parecen no haber entendido las lecciones de la Guerra Fría, cuando para “contener el comunismo” apoyaron a dictadores y tiranos de toda laya en África, Asia y América Latina... lo que dañó de manera irreversible su prestigio en buena parte del mundo. Ahora el pretexto para cerrar los ojos a las violaciones a los derechos humanos es que gente como Musharraf se necesita en la mentada guerra contra el terrorismo.
Y claro, la hipocresía de hablar de democracia y apoyar a autócratas de mano dura, no es precisamente muy buena propaganda que digamos. Y vaya que Estados Unidos necesita mejorar su imagen... por aquellos lares y en todas partes.