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El comentario de hoy

Francisco Amparán

Parece que ya se está volviendo manía. Al parecer, no puede un presidente ser esposo de una fémina, sin que ésta le eche el ojo al asiento que su marido ocupa u ocupó. De manera tal que, a simple vista, uno encuentra varios ejemplos de quienes habiendo sido Primeras Damas, quieren pasar a ser Primeras Mandatarias.

El más claro es el de Hillary Rodham Clinton, quien desea regresar a la Casa Blanca, pero ahora como titular de la Oficina Oval. Y al paso que van las cosas, con el barco republicano haciendo agua por todos lados, quien sea nominado (o nominada) por el Partido Demócrata, tendrá grandes probabilidades de residir en el 1600 de la avenida Pennsylvania. Aquí la cuestión es, precisamente, si los demócratas se echarán el trompo a la uña de lanzar, por primera vez en la historia, a una candidata presidencial.

Y es que muchos piensan que los Estados Unidos no está listo aún para dar el paso que ya han dado países tan diversos como Irlanda, Pakistán o Liberia: que el Jefe de Estado sea en realidad una Jefa. Aunque quizá ello sea sólo una impresión visceral, dado que las encuestas dicen que a la mayoría ni le viene ni le va que el Presidente porte faldas: lo que quieren es honestidad, inteligencia y eficacia... tres cosas que han faltado notoriamente estos últimos seis años; y que nadie duda que Hillary tenga como para aventar p’arriba.

Otra Primera Dama que quiso dar el brinco, bien lo sabemos y padecimos, fue Martita Sahagún. Su intento, por desmesurado, resultó más bien cómico, aunque no faltaron unos cuantos paranoicos que se lo tomaron en serio. La verdad, aparte de ella, ¿alguien pensó en realidad que tenía la mínima esperanza de relevar a su marido? Digo, este país es surrealista, pero no llega a esos niveles de alucine. Claro que ha habido mujeres muy ineficientes que han alcanzado esas alturas. Pero Martita no era la viuda de un mártir, como Corazón Aquino en Filipinas o Violeta Chamorro en Nicaragua...

Y ahora resulta que en Argentina no cantan mal las rancheras. Y es que a nadie le cabe duda que el próximo mes de octubre, cuando habrá elecciones, ganará el Justicialismo. Lo que aún no se ve claro es quién será el candidato: Si el actual presidente Néstor Kirchner... o su mujer, la senadora Cristina Fernández de Kirchner.

Si el asunto les suena extraño, es porque así es. Según algunos comentaristas, Kirchner (el caballero) quizá quiera evitar el desgaste de un segundo período consecutivo; así que Fernández de Kirchner (la dama) se haría cargo, calentándole el asiento y preparando el camino para una especie de dinastía pampera.

Faltan cuatro meses y en ese lapso pueden ocurrir muchas cosas. Pero recuerden que nos ha tocado atestiguar eventos todavía más extraños, en ese mundo bizarro que es la política latinoamericana.

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