Los partidarios del estatismo a ultranza suelen olvidar un par de datos: el primero, que ha sido raro el Estado que haya resultado buen creador y administrador de la riqueza. Y si la riqueza no se crea ni administra, entonces para maldita la cosa que sirve que tal o cuál nicho económico sean de la nación.
El segundo dato es que, en los últimos treinta años, en muchos países se han rematado industrias y sectores enteros a precios de liquidación, en vista del lamentable estado en que se encontraban las viejas glorias de propiedad estatal... que se hallaban tan quebradas, que a veces no podían ser vendidas ni como gangas de fin de temporada.
Ello viene a cuento por cómo se está dando un proceso de privatización en Italia. Allá, como acá, existía una aerolínea estatal, Alitalia. Allá, como acá, no hacía sino operar con pérdidas. Por tanto, ante el clamor público de no seguirle echando dinero bueno al malo, Alitalia se sacó a subasta. Pero, cuándo no, se pusieron algunos requisitos que espantaron a los posibles compradores.
Y es que, para algunos políticos italianos, el venderle la aerolínea estatal a extranjeros era una especie de cachetada guajolotera al orgullo itálico. De manera tal que, en la subasta de Alitalia, se puso una serie de condiciones y trabas para favorecer que la aerolínea quedara en manos italianas.
En vista de ese chanchullo, muchos interesados decidieron retirarse de la puja. Ello ocasionó que las ofertas fueran ridículamente bajas. De manera tal que hubo que echarse para atrás y dejar de ponerse los moños nacionalistas. Un vocero gubernamental se aventó la puntada de declarar que no importaba quién comprara Alitalia, “aunque fueran esquimales o chinos”. El chiste era que se vendiera bien.
Por supuesto, aparte de las connotaciones racistas del comentario, en la declaración y acciones subsiguientes se percibe una nota de clara desesperación. Con tal de venderla bien, al que sea. Aunque el comprador último ni siquiera sea mínimamente recomendable.
Por ejemplo, llama la atención que uno de los postores originales fuera la aerolínea rusa Aeroflot, la que fuera el estandarte aeronáutico de la difunta Unión Soviética. Aeroflot tenía fama de ser incómoda, insegura, ruidosa y contar con el peor servicio a bordo en Europa, Asia y América. ¡Y ahora anda queriendo comprar Alitalia, la línea que durante años llevó al Papa Juan Pablo al cielo, a la tierra y a todo lugar! Cosas veredes, mío Cid.
A fin de cuentas, los italianos al parecer se tendrán que tragar su orgullo patrio y no tendrán más remedio que venderle Alitalia a vaya uno saber qué bárbaros extranjeros. No es por nada, pero estando las cosas como están en México, habría que poner nuestras barbas a remojar. Digo, no estaría de más.